Capítulo 41.

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Blake Sharman

Y llegó la hora. Todos estábamos listos. La cueva quedó completamente vacía tras las doce y media. La luna llena nos iluminaba desde aquel lugar recóndito, y hacía que los mordidos dudáramos un poco más sobre el plan, sintiendo nuestra terrible debilidad hacia ella.

Mi corazón estaba acelerado, y no por nervios, sino por miedo. Hoy jugaríamos las cartas, y el destino decidiría qué hacer con ellas.

Tal y como dijimos, visitamos en primer lugar a los Titans. Su territorio estaba más que protegido por grandes desniveles y una densa vegetación que apenas nos dejó pasar. Sabíamos que en cuanto atravesamos sus fronteras se percatarían de que algo iba mal, de que los Grey comenzaban su plan.

Skylar caminaba primero, y todos los demás nos acumulábamos tras los tres lobos más fuertes. Quizás en aquel momento me sintiera un tanto inútil, pero no pude hacer nada al respecto.

No hubo movimiento hasta que indagamos en sus territorios y encontramos el lugar donde todos ellos habían estado escondidos, esperando a que la guerra se decidiera a empezar.

Pero nosotros habíamos sido más rápidos, nosotros la habíamos obligado a ponerse en stand-by para ofrecer algo mejor, algo que nos beneficiaría a todos.

Al llegar, los vimos a todos acorralados en una enorme madriguera bajo tierra, camuflada y tapada con ramas y hojas. Uno de ellos se abalanzó sobre Skylar, transformado. Nos pusimos alerta, incluso Hayden tuvo la necesidad de protegerla, pero ninguno de nosotros actuamos.

—No venimos con la intención de atacar a nadie, ¿de acuerdo?—aseguró, levantando las manos, y aquel lobo de gran masa muscular y pelo negro tizón se separó varios metros de ella.

—Está bien. Qué proponéis—se interesó, cruzando ambos brazos.

Suspiré. Aquello nos daba ventaja. Los Titans estaban dispuestos a negociar y a buscar un destino mejor, sin sangre, sin víctimas, sin tener que destruir algo que merece seguir en pie.

No paraba de elevar mis pies, de puntillas, para poder verlo todo con claridad. Odiaba estar de las últimas, y mucho más sabiendo que en la noche todo es más tenebroso, más peligroso, más... monstruoso. El viento hacía un sonido espeluznante, incluso las hojas rozando las unas contra las otras parecían susurrarme al oído que algo iba a salir mal.

Sacudí mi cabeza y me concentré en la voz de ella, la que estaba siendo nuestra portavoz, uno de nuestros alfas.

—Sabemos que todos deseamos conquistar este bosque y la ciudad contigua a éste, pero estoy segura que ninguno de vosotros lo ha caminado de centímetro en centímetro en toda su extensión. Yo sí, y puedo asegurar que podríamos convivir todas las dinastías aquí, sin roces, sin problemas, y sin tener que expandirnos por la zona humana. Hay espacio y comida suficiente y, si no molestamos en la ciudad, no intentarán invadirnos. Tan solo necesitamos llegar a un acuerdo entre todos. Si uno de nosotros falla, todo se irá a la mierda. Los territorios podrían repartirse de forma justa, sin sangre ni muerte, como hace años, antes de que las dinastías entraran en aquellos terribles conflictos—narró, con el corazón calmado y la voz firme.

Skylar era la indicada para aquel trabajo. Permaneció erguida durante toda la negociación, su voz sonó tan convencida que hasta yo misma la habría confundido con una mujer de alto cargo en los juzgados.

—Mi manada es cada vez menor. No nos interesa perder más betas. Quizás tenga razón, deberíamos permanecer con las garras quietas—asintió, convencido de ello, y haciéndole una señal a su manada.

Todos ellos salieron de la madriguera y se colocaron tras él.

Me impresionó ver lo grandes, musculosos y fuertes que parecían. Nosotros éramos demasiado pequeños, débiles y escudriñados en comparación con aquellos lobos. Además, tan solo había hombres, ni una sola mujer en toda la manada.

Lo que amansa las bestias (FINALIZADA)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora