Capítulo 16.

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Blake Sharman

—Ian, tú y yo tenemos que hablar—impongo en cuanto lo veo entrar por la puerta del instituto.

Soy consciente de mi estado ahora mismo. No he dormido nada. A pesar de que Dereck me dijo que no pensara en ello, los terribles sonidos explotaban cada vez más y más en mi cabeza, produciéndome dolores insoportables.

Sin embargo, cuando me sinceré ayer con él y le conté una de mis  experiencias más privadas, me di cuenta de que aún tengo una espinita clavada en cuanto a ese tema se refiere. Además, necesito hablar un rato a solas con Ian y aclarar todo lo de aquella noche, lo de ambas noches.

—Claro. ¿Qué tal después de clase? Creo que no tengo nada que hacer. Bueno, nunca tengo nada mejor que hacer—bromea, reímos, pero noto por mi forma de estar con él que siento algo de tensión en mí teniéndolo cerca.

—Me parece bien, pero yo quiero hablar ahora—propongo, más autoritaria que nunca.

—¿Te refieres... a saltarte las clases?—pregunta, y noto que sus ojos se iluminan de felicidad.

—Así es—asiento varias veces y agarro su mano con fuerza.

Corro en dirección a la salida, mirando hacia todas partes y rezando para que Maggie no aparezca y vuelva a llegar tarde, como de costumbre.

—¡Blake, no corras! No hay prisa—se queja cuando llegamos a la calle y cruzamos la carretera.

—No quiero que Maggie nos vea—afirmo, sincera.

Siempre lo he sido con él y creo que es lo mejor que puedo hacer. Él sabe que Maggie siempre nos mira mal cada vez que estamos juntos, y más si es solos.

—Oh vamos, te tiene que dar igual, Blake. Ella y yo no somos nada. No debería molestarle si ella sabe que le he dado largas más de una vez. Aun así sigue detrás de mí y me come con la mirada cada vez que paso frente a ella—explica, indignado.

—Lo sé. ¿Por qué crees que me siento así? Se supone que los exnovios de las amigas son sagrados, no se tocan, y ella cree que tú y yo tenemos algo—suspiro, mientras lo dirijo hacia donde quiero llevarlo exactamente—. Pero ahora no quiero hablar precisamente de eso. ¿Te pasaba algo en la fiesta del viernes?—suelto, sin escrúpulos.

—¿Qué? ¿Por qué me preguntas eso?—interviene, extrañado. Su tono suena bastante sorprendido y desubicado.

—Porque te fuiste sin decirme nada. Al parecer comenzaste a sentirte mal justo después de...—musito. 

Mi voz me impide continuar. Quizás no sea capaz de decirlo teniendo en cuenta la conversación anterior.

—¿Antes de qué Blake? ¿Por qué iba a estar enfadado contigo?—pregunta, y de nuevo parece no acordarse de nada.

Cuando más ganas tengo de resolver un problema y de que me den explicaciones sobre algo que realmente me interesa saber de alguien, ¿qué es lo que recibo? Justo lo contrario. Parece como si Ian intentara ocultarme algo desde hace varias semanas.

—Ian, nos besamos aquella noche por un reto—confieso. Al parecer las palabras salen de mis labios cuando ellas quieren.

Su rostro sorprendido me deslumbra, pensaba que lo recordaba.

Entonces, tomamos asiento en un banco de una plaza grande cerca de casa. Su rostro se torna preocupado y su mano derecha viaja hasta su frente, donde apoya su palma delicadamente. La mueca de dolor de su rostro me sobresalta.

—Ian...—susurro, inclinándome hacia él—. ¿Qué ocurre?—pregunto al ver que ni él mismo sabe las causas de su malestar repentino.

—Ahora ya lo recuerdo—asiente varias veces y parece que el dolor se disipa poco a poco.—Yo... no recordaba nada de aquella noche...—niega.

Lo que amansa las bestias (FINALIZADA)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora