Capítulo 33.

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Blake Sharman

Sabía que tenía una larga conversación pendiente con Ian después de la confesión de Lucas, pero me juré a mí misma no hacerlo hasta que todo esto acabara, hasta que Russell no desapareciera de nuestras cabezas.

Por otro lado, tras calmar las desconsoladas lágrimas que surgían de mis ojos y agradecer a Dereck por haber sabido cómo actuar, nos marchamos durante toda la tarde y parte de la noche a la biblioteca. Allí, me explicó con pelos y señales cada una de las partes del plan.

Me contó que Russell no actuaría hasta después de luna llena, es decir, hasta después del sábado. También me dijo que consiguió una planta que era capaz de envenenar a los hombres lobo, provocándoles dificultades al respirar y taquicardias.

Dijo que sería arriesgado, pero que yo misma tendría que actuar de conejillo de indias. Sabía a la perfección que no tenía una manada sobre la que apoyarse así que actuaría cuando más fácil lo tuviera.

Yo marcaría con mi propia sangre un camino hasta la zona concretada, donde estarán los demás cubriendo la zona con flechas bañadas en el jugo de flor de luna. Cuando Russel se dispusiera a atacar, los chicos lanzarían desde distintos puntos las flechas. Sin embargo, el proceso es lento, no actúa al instante, así que en cuanto el veneno ingresara en su cuerpo deberíamos matarlo nosotros mismos. Dereck lo hará.

Parece fácil, pero los nervios, el miedo y la angustia traicionan. Los chicos habían estado entrenando duro estos días atrás, sin parar, y yo confío plenamente en ellos.

A las once y media de la noche, Dereck me acompañó a casa, pero quizás no debería haberlo hecho. Me sentía apartada de mi familia. Supe que les estábamos ocultando un secreto demasiado grande y que, en cualquier momento descubrirían la verdad. Es más, ya tienen ciertas sospechas.

En todos los periódicos de la ciudad se proclamó la alerta roja por animales salvajes, aunque papá aseguraba que aquello que vio entre la niebla invernal no era un animal, era algo distinto, algo indescriptible. Y tenía razón.

Todo el equipo se empeñaba en capturar un ejemplar y estudiarlo, pero lo que no sabían era que aquello que buscaban tenía la fuerza sobrenatural que ni en diez leones juntos encontrarían, y que podría transformarse en un ser humano corriente, trastornando sus mentes y escondiendo todo aquello que rastreaban.

Aun así, las siguientes expediciones no saldrían hasta el lunes. Tendríamos de margen todo el fin de semana para intentar que todo saliera como habíamos planeado.

Mamá y yo mantuvimos una seria conversación. Le conté todo el plan, empezando por decir que ella sería la encargada de extraer el jugo de flor de luna y bañar las flechas en él.

Ella estaba de acuerdo, pero pude escuchar su inquietud en los latidos fuertes y veloces. Sabía que algo le inquietaba. Probablemente tuviéramos las mismas preocupaciones, los mismos problemas.

Aquella noche le juré protegerla, a ella, a mi familia y a mi manada. Si lo conseguía, también habría conseguido proteger a toda la ciudad de una amenaza tan grande.

Sabía, y actualmente sé que soy una criatura poderosa, pero nunca antes he hecho uso de ese poder que tanto me caracteriza. Nunca antes he matado a nadie, y supongo que tendré que dejarle ese trabajo a Dereck y los demás. Por muy mal carácter que tenga a veces, no sería capaz de acabar con la vida de alguien.

Tras una noche sin pegar ojo, desperté a las ocho de la mañana. Era sábado, y sentía cada vez más la distancia que se estaba creando entre ambos bandos, papá y Katy y mamá y yo. Pero sabía que no podría contarles que era una mujer lobo y que, además, había heredado de mamá el hecho de ser una Ngnawari, una criatura capaz de almacenar la fuerza de luna llena y usarla en su beneficio contra o a favor de los hombres lobo, y que, además, tenemos la enorme capacidad de curar y sanar a los seres humanos.

Lo que amansa las bestias (FINALIZADA)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora