CAPÍTULO 6.- EL OSO

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—¿Es que no me has oído? ¿Qué haces aquí?

La niña me mira con una gran expresión de rabia mientras se aferra al enorme peluche.

—Tú eres muy mayor para esto. No lo necesitas. Los peluches son para las niñas, no para ti.

—Ya basta, Lorie. Este peluche es el regalo de un amigo y no te lo puedes llevar.

—Pero... ¡Es tan bonito! Yo lo quiero.

La niña está a punto no se si de llorar o de gritar cuando Nicolae irrumpe en la habitación.

—Lorie. A tu cuarto ahora mismo.

La niña mira a Nicolae, quien la observa con cara seria, y luego se vuelve a mí con lágrimas en sus ojos. Cuando ve que no nos va a ablandar a ninguno de los dos, se pone tiesa y sale de la habitación con una actitud muy digna. La verdad es que me deja alucinada.

—Disculpa por esto, Cris. Lorie es demasiado caprichosa y difícil de controlar.

—No te preocupes, Nicolae. En el fondo creo que es culpa mía. No debería haber traído el peluche.

—No digas eso. Esta es tu casa y puedes traer lo que quieras. Lorie, simplemente, lo tendrá que aceptar.

—Gracias Nicolae.

—Y ahora, será mejor que me retire para que te puedas cambiar.

Nicolae me guiña un ojo y se va. Es entonces que me doy cuenta de que sólo llevo una toalla. No puedo evitar ponerme colorada. Corro a poner el cerrojo antes de que entre nadie más. A este paso, me van a ver desnuda todos los hombres de la casa.

—Deberías tener más cuidado, cosita. Sólo yo puedo verte así.

Me giro enfadada para encontrarme con el cretino de Drogo sentado encima del oso.

—¿Qué haces aquí, Drogo?

—¿Sabes? No estoy de acuerdo con Lorie. Se me ocurren muchas maneras de jugar con este oso y todas son para mayores de edad.

Por Dios ¿Cómo puede ser tan pervertido?

—Te he preguntado que qué haces aquí.

Drogo se pone de pie y se apoya en el escritorio con las manos en los bolsillos.

—Sólo quería saber cómo ha ido tu cita.

—Ha ido muy bien. Ahora, lárgate de aquí.

—No seas aburrida, cosita. ¿Y si jugamos con el oso? —pregunta con una pícara sonrisa.

No lo soporto. A mi también se me ocurren muchas maneras de jugar con el peluche. Sobre todo una en la que el oso estrangula a Drogo. Aprieto los puños y noto como la ira va creciendo en mi interior. Cierro los ojos para intentar calmarme, pero esa imagen se vuelve a repetir en mi mente.

—Co... co... sita... So... co... rro.

Abro los ojos asustada por ahogada la voz de Drogo y me llevo las manos a la boca para acallar el grito que amenaza con salir. ¿Cómo es posible? El oso cae pesadamente al suelo soltando a Drogo, quien hace un gran esfuerzo por volver a respirar.

Asustada, corro a intentar ayudarle.

—¿Estás bien?

Drogo me mira aturdido mientras se frota el cuello.

—¿Acaso querías matarme?

—Yo... yo...

La verdad es que no entiendo nada. No sé qué es lo que ha ocurrido. Y ante la mirada acusatorio de Drogo, lo único que puedo hacer es echarme a llorar.

DC I: DESTINOS CRUZADOS √Donde viven las historias. Descúbrelo ahora