DC I: DESTINOS CRUZADOS √

CAPÍTULO 48 - DROGOS

—Si sigues así, no nos vas a dar tiempo a buscar las lecturas. —Levanto la cabeza para ver a un risueño Nicolae. —¿Por qué no descansas un poco? Creo que por hoy ya es suficiente.

Miro a los lados y veo dos pilas enormes. ¿Todo eso me he leído? Vaya. Se me ha pasado volando.

—¿Qué hora es? —pregunto estirando los brazos.

—Aún falta una hora para comer. Puedes irte a dormir si quieres.

—No, gracias. No tengo sueño. Creo que iré a ver como les va a mis chicos.

—Me parece perfecto —contesta con una sonrisa.

Antes de salir de la biblioteca, echo un ojo al lugar donde he escondido el libro. Nicolae apenas sale de aquí, así que tendré que esperar a que se vayan a cazar para volver a por él por lo que, de momento, será mejor que me olvide de éste.

Cuando estoy llegando a la zona de juegos, veo a Drogo y minidrogo sentados en los columpios y charlando muy animadamente. Decido espiarles un poquito. No soy excesivamente curiosa pero ¿quién pierde esta oportunidad?

Con cuidado, me escondo tras unos arbustos a escuchar la conversación.

—¿Y dices que también puedo curar? —pregunta el pequeño. Drogo asiente. —La verdad es que estoy aprendiendo mucho contigo. Me caes muy bien y eso me da rabia.

—¿Y por qué te da rabia? —dice Drogo curioso.

—Porque eres el marido de Cris.

A diferencia de Drogo, yo tengo que aguantarme la risa.

—La quieres mucho, ¿verdad? —pregunta ya más calmado. El niño asiente. —No me extraña. Es maravillosa.

—Sí Dime, Harry, ¿cómo la conquistaste?

Drogo lo mira con una tierna sonrisa y a mí cada vez me cuesta más contener la risa.

—La verdad, no fue nada fácil.

—¿Y por qué?

—Cuando llegó a nuestra casa, enseguida me sentí atraído por ella pero, al ser ella bruja y yo vampiro, sabía que estaba destinado al fracaso. Aún así, cada vez que sentía su olor me volvía loco.

—Es que huele demasiado bien.

—Sí. Es cierto. El caso es que no me podía contener con ella y, harta de mis acosos, comenzó a llamarme cretino.

El pequeño se ríe.

—Vamos, que la tenías en el bote.

—Eso pensaba yo —continúa divertido por el comentario del pequeño —. Un día, en una fiesta, ella había bebido demasiado y la llevé a casa. Entonces me dijo que me quería. En ese momento yo era el vampiro más feliz del mundo pero, para mi desgracia, al día siguiente ella no recordaba nada y, para colmo, empezó a salir con un demonio.

—¿Un demonio? ¿En serio? ¿Cómo pudo ser tan tonta? —Drogo se ríe.

—El demonio era muy bueno camuflando su olor. Era tan bueno que no olía a nada, por lo que ella no lo notó.

—Pero tú sí —concluye con una pícara sonrisa.

—Así es, pero por mucho que se lo decía, no me hacía caso.

—¿Y qué pasó?

—Que tuve que rescatarle cuando el demonio se la iba a comer.

—Eso no me lo creo. Cris es muy fuerte. Seguro que ella sola podría con mil demonios.