DC I: DESTINOS CRUZADOS √

CAPÍTULO 8.- BRONCAS, BRONCAS

No puedo negarlo. El primer día de clases está siendo... ¿Cómo decirlo? Intenso, interesante... Cualquiera de las dos me vale.

Sentada en una silla, espero a que me llame el director. La secretaria me mira con cara rara lo que no me extraña. Después de darme la pomada, la enfermera me ha vendado por completo y me ha puesto la camisa por encima. Debo parecer una momia ante sus ojos.

Por fin se abre la puerta y me invitan a pasar. Accedo al pequeño cubículo plagado de papeles y me siento en una silla por indicación de director. Éste tiene los codos sobre la mesa y las manos entrelazadas. Me mira fijamente por encima de sus gafas.

—Señorita Harper, he estudiado su expediente y no he encontrado nada similar. Usted siempre ha sido una alumna ejemplar. ¿Por qué ha hecho esto?

La pregunta del millón. Por suerte, tengo la excusa perfecta. Llegó la hora de poner cara de niña buena.

—Vera, señor director. Como podrá comprobar, por mi estado, sufro una alergia que lleva todo el día molestándome. Los picores y el dolor me tenían alterada. Es por eso que actué así.

—Entiendo. Pero eso no es excusa.

—Lo sé. Pero tenía que haber escuchado las barbaridades que dijo sobre mí. No la conozco de nada ni le he hecho nada. ¿Por qué ha ido contra mí?

El director suspira pesadamente y se recuesta en el sillón.

—Sé perfectamente que Samantha es un gran problema. Por desgracia, no podemos hacer nada contra ella. Sabe que una agresión verbal no consta como falta. En cambio una física...

¡Mierda! Esto se pone feo. A seguir actuando. Hay que dar pena.

—¿Me... me van a expulsar? 

El director me mira con ternura.

—Te seré sincero. Eres una buena chica con un historial impecable y sé que, si actuaste así, fue porque estabas al límite, pero, por desgracia, tengo que cumplir las reglas.

—Entiendo.

¡A la mierda los estudios! Esta vez sí que la he cagado, pero bien.

—¿Sabes? Creo que tienes un gran futuro en esta Universidad y, por ser tu primera falta, voy a hacer una excepción.

¡No me lo puedo creer!

—Entonces, ¿no me va a expulsar?

El director se ríe.

—Eso no lo puedo evitar. —¡Mierda! —Pero por ser tú, sólo será por una semana. Además, te vendrá bien para recuperarte de tu alergia. Y si durante el curso no vuelves a hacer nada así y mantienes las notas, borraré la falta de tu historial.

Suspiro aliviada. Es lo menos que me podía pasar.

—Muchas gracias, señor director. Yo... no sé qué decir.

—No digas nada y limítate a seguir siendo la misma buena alumna que hasta ahora.

—Así lo haré. Muchas gracias, señor director.

Salgo del despacho con una gran sonrisa de triunfo en mi cara. Mi fama de estudiante aplicada por fin me ha servido de algo.

Veo a Sara en una esquina con cara de preocupación. Una mala idea surge en mi cabeza, por lo que decido poner cara de angustiada. Sí, sí, lo sé. Soy muy mala.

En cuanto me ve, se acerca a mi corriendo.

—¿Qué ha pasado? ¿Qué te ha dicho?

—Yo... Ha sido horrible, Sara. Me han expulsado.