CAPÍTULO 60 - LOS ANCIANOS

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Después de cenar algo, Drogo y yo salimos al jardín. Las cosas se están sucediendo demasiado rápidas y necesitamos un momento de tranquilidad para nosotros. Nos sentamos en un banco abrazados y observamos las estrellas.

Mi cabeza no para de pensar. Está llena de dudas y, sobre todo, de miedo. Me voy a ir a Europa y no sé cuando volveré. ¿Qué pasará mientras tanto? Me preocupa lo que Viktor pueda hacer. Y esos malditos demonios... ¿Estarán bien mis amigos? Y Drogo, ¿me esperará o se olvidará de mí?

Una solitaria lágrima se desliza por mi mejilla y Drogo la limpia con su dedo con delicadeza.

—Prometiste que nunca dudarías de nuestro amor.

—Y no lo hago pero, ¿y si Viktor vuelve a jugar con tu mente? Ya lo hizo una vez, ¿recuerdas?

Él suspira y dirige su mirada hacia el horizonte.

—Tienes razón, existe esa posibilidad, pero no te preocupes. Haré todo lo posible para que eso no vuelva a suceder.

—¿Y si no lo consigues?

Él me mira y me dedica una sonrisa.

—Siempre puedes dejarme el libro. Si Viktor borra mis recuerdos, éste me los devolverá.

Me quedo alucinada. ¿Dejarle el libro? Eso sería como mostrarle toda mi intimidad. Sabría en todo momento dónde estoy y qué estoy haciendo. Por otro lado, sería una manera de que no se olvidara de mí. Pero aún así...

Drogo se da cuenta de lo que estoy pensando y me coge la mano.

—No te preocupes, sólo lo leeré si es necesario. Te lo prometo.

Le miro a los ojos. Su mirada me dice que habla en serio. Eso me anima. Dejarle el libro significa que confío en él y esa promesa significa que él confía en mí. Creo que será lo mejor para los dos.

—De acuerdo, te lo dejaré. ¿Pero cómo sabrás cuando lo tienes que leer?

—Lo tendré en mi mesita de noche. Si Viktor me hace olvidarte, seguro que mi curiosidad me empuja a leerlo.

—Me parece bien —respondo con una sonrisa.

—CHICOS.

Nos volvemos y vemos a Sara que nos hace señas de que volvamos a la casa. Ha llegado el momento de saber cuando me debo marchar.

Entramos al salón y nos sentamos en el sofá. Sebastián nos observa apoyado en una mesa con los brazos cruzados. Su expresión es seria.

—Me ha costado bastante pero, al final, lo he conseguido. El lunes debes partir a Londres. Allí te espera el primero de tus mentores.

—¿El primero? —pregunto intrigada —. ¿Es que hay muchos?

—En total son seis y cada uno pertenece a una raza diferente. Son los mejores de cada una de ellas y poseen un gran control de sus habilidades.

—¿Y qué es lo que me van a enseñar?

—Merlín, el mago, te enseñará conjuros e invocaciones. Legolas, el elfo, poder mental y técnicas de batalla. Iris, el hada, poder curativo. Silbis, la ninfa, poder elemental. Elga, la valkiria, control de la energía y por último, Aramis, la medium, lo más importante, la comunicación espiritual.

—¿Comunicación espiritual? ¿Qué es eso? ¿Y por qué es tan importante? —Sebastián me sonríe.

—Concentras todo el poder de tus ancestros y vas a necesitar su ayuda para controlarlo. Gracias a eso te podrás comunicar con ellos.

DC I: DESTINOS CRUZADOS √Donde viven las historias. Descúbrelo ahora