CAPÍTULO 61 - MEDIDA DRÁSTICA

137 21 4
                                    

Siento una luz muy fuerte entrar en la habitación. Con mucho esfuerzo, consigo abrir los ojos. Cuando me acostumbro a la luz, me doy cuenta de que estoy en mi habitación. ¿Pero cómo? Estaba en la cabaña con Drogo y entonces... Llevo mi mano a mi cuello. Una venda lo cubre. Es entonces cuando me doy cuenta de todo. Se nos fue la mano.

Unos gritos en el pasillo llaman mi atención. Me levanto, me pongo una bata y me asomo por la puerta. Nicolae está gritándole a Drogo y está muy enfadado.

—¿Cómo has podido ser tan irresponsable? ¿Es que no te das cuenta? Podías haberla matado.

—¿Crees que no lo sé? —contesta Drogo con voz triste —. Fue un accidente. Eso no tenía que pasar. Si le llega a ocurrir algo, yo...

—¿Y de qué sirve ahora lamentarse? Menos mal que la trajiste a tiempo. Si llega a perder más sangre... ¿Pero por qué demonios lo hiciste?

—Porque yo se lo pedí.

Los dos se vuelven al escuchar mi voz. En cuanto me ve, Drogo corre a abrazarme y se echa a llorar. Se siente culpable y a mí me parte el alma verle así.

—Tranquilo, mi amor, no pasa nada. Estoy bien —susurro en su oído y él aprieta su abrazo.

—Cuando estéis más tranquilos os quiero ver en mi despacho. A los dos —nos indica Nicolae en tono firme antes de desaparecer por el pasillo.

Me separo ligeramente de Drogo y, cogiéndole la mano, lo introduzco en mi habitación. Nos sentamos en la cama y espero que se calme un poco.

—Cosita —me dice con expresión triste —, lo siento mucho. Si te llega a pasar algo, yo...

—No pasa nada —le corto con una sonrisa mientras con mi dedo limpio sus lágrimas —. Sólo dime, ¿qué pasó?

—No lo sé. Todo iba bien y me estaba controlando. Tenía calculado el momento exacto para dejar de beber de ti sin ponerte en peligro. pero fue todo tan intenso que, al soltar tu cuello, la piel de éste se rasgó. Comenzaste a perder mucha sangre y, como pude, te traje para que Nicolae te curara. Por suerte, llegué a tiempo aunque te tuvo que hacer una transfusión. Estabas muy débil. Demasiado. Temí perderte.

—No pasa nada. No fue culpa tuya —le consuelo acariciando su mejilla —. Los dos estamos bien y eso es lo que importa. Ahora será mejor que me vista, aún tenemos que aguantar el chaparrón de Nicolae.

Me levanto y comienzo a vestirme. Drogo me observa desde la cama. Le sonrío y él me corresponde. A pesar de lo sucedido, ahora siento que soy suya para siempre y sé que él lo siente igual.

Bajamos de la mano al despacho. Por el camino, me voy preparando mentalmente. Tengo que adelantarme a Nicolae. Es la única manera de que escuche.

Entramos y, antes de que diga nada, comienzo a hablar.

—Sé lo que vas a decirnos pero antes, déjame hablar.

Nicolae se sorprende de mi actitud. Se apoya en la mesa, cruza los brazos y nos mira con frialdad.

—De acuerdo, te escucho.

Bien. Objetivo conseguido. Me va a escuchar.

—Gracias. Quiero que sepas que, si Drogo me mordió, fue porque yo se lo pedí. Quería que me marcara antes de irme a Europa y me da igual lo que opines. Yo lo necesitaba, por eso lo hice.

—Si sólo te hubiera marcado no hubiera sido un problema. ¿Sabes que casi te destroza el cuello? Estuviste a punto de morir desangrada.

—Lo sé, pero fue culpa mía. Se lo pedí mientras hacíamos el amor. ¿Cómo iba a imaginarme que eso sería tan... intenso?

DC I: DESTINOS CRUZADOS √Donde viven las historias. Descúbrelo ahora