DC I: DESTINOS CRUZADOS √

CAPÍTULO 12 - BRUJAS

Después de lo que me ha contado Nicolae, tengo más claro que nunca que debo mantener las distancias con Drogo. Aunque echaré de menos sus besos.

¿Pero qué estoy pensando? ¿Acaso me he vuelto idiota de repente? Justin es el hombre perfecto para mí, no ese cretino.

Me siento en la cama y cojo el último libro, «Brujas». Un título sencillo. Me gusta.

Enseguida me doy cuenta de que no es un libro cualquiera. Narra la vida de distintas brujas blancas a lo largo de la historia. Eso me emociona. Creo que el conocer la situación de, posiblemente, algunas de mis antepasadas, me puede ayudar a tomar consciencia de mi propia identidad.

Sí, acabo de descubrir que soy una bruja pero eso no implica que sea consciente de ello. Algo me dice que mi vida va a dar un cambio radical a partir de este momento.

Las primeras brujas no lo tienen nada fácil. Perseguidas por seres sobrenaturales, deciden esconderse en poblaciones en las que deben ocultar su verdadera condición. Los humanos sentían mucho miedo hacia ellas, ya que les culpaban de todo lo malo que ocurría a su alrededor. En algunos casos tenían razón, pero eso no era culpa de ella sino de brujas negras. Por desgracia, los humanos no hacían distinción. Si veían un ápice de magia o algo similar, eran inmediatamente perseguidas y matadas de maneras realmente horribles. Eso les obligaba a ser muy discretas. No podían evitar hacer el bien pero, muchas veces, eso era peligroso para ellas.

Empiezo a comprender lo que tanto Drogo como Nicolae me querían dar a entender. La discreción es algo imprescindible en nuestro mundo. No sólo para protegernos de otros seres sobrenaturales sino, sobre todo, para evitar que los humanos conozcan nuestra existencia. Temen lo que no conocen y eso es demasiado peligroso para nosotros.

Al llegar a la edad media, mi miedo crece más todavía. Es una época oscura en la que la magia negra tiene mucho poder. Ello implica que se produzca una persecución a gran escala. La aparición de la Inquisición da el toque final a la histeria colectiva. Por culpa de esa institución, se empieza una caza de brujas que lleva a muchas mujeres inocentes a la tortura y, finalmente, a la hoguera. Una triste época para las brujas blancas, quienes se ven obligadas a ocultarse y vivir con miedo durante más de siete siglos.

Sigo con mi lectura y cada vez soy más consciente de la pesada carga que mi condición supone. Aunque algunas brujas han intentado llevar una vida normal, siempre había algo que las delataba. Un descuido o un ataque de nervios podían desembocar en una tragedia.

En cuanto a su vida amorosa, era bastante tumultuosa. Cuando encontraban a la persona adecuada, ésta las abandonaba o moría en extrañas circunstancias. Con suerte tenían alguna hija que perpetuaba la estirpe, pero la mayoría acababan solas. Es por eso que el número de brujas existentes es cada vez más reducido. Eso me entristece. No quiero acabar así.

Me llama la atención la historia de una bruja que llega a enamorarse de un vampiro, pero siempre ocurre algo que les impide tener una relación. Aparte de la oposición familiar por ambos lados, da la impresión de que el destino está en su contra. Cada vez que intentan verse a escondidas algo sucede que les impide llegar a encontrarse. Me da mucha pena. Ni siquiera llegan a darse un beso. Con lo ricos que saben los besos de vampiro...

¿Pero qué demonios me pasa? Golpeo mi cabeza con la mano para disipar esos pensamientos. Parece que el leer estas historias me está afectando.

Como llevo el libro muy avanzado y aún es pronto, decido bajar a la cocina a buscar una cerveza. Necesito relajarme un poco.

Con la cerveza en la mano vuelvo a la habitación pero, cuando estoy por llegar, algo llama mi atención. La puerta al final del pasillo está abierta. Eso me extraña. Siempre me han dicho que no me acercara, que lleva a una parte de la casa sin restaurar y  que la escalera estaba en muy mal estado y podría hacerme daño. ¿Será eso verdad?