CAPÍTULO 56 - CELOS

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He tenido que contenerme más de una vez para no saltar en medio de la clase. Dustin ha explicado las maneras de deshacerse de los demonios y ninguna era real. Claramente me está provocando. Gracias a Dios, tenía a Drogo al lado. De no ser por él habría estallado.

Al finalizar la clase, ya es la hora del almuerzo. Nos dirigimos al comedor y, tras comprarme un bocadillo y un refresco, nos vamos al parque a sentarnos bajo un árbol. Por suerte, aún hace buena temperatura y se está muy bien allí.

Estamos tranquilamente recostados, casi dormidos, cuando escuchamos un grito furioso.

—¿Se puede saber de qué vas?

Abro los ojos despacio y me encuentro con Mia hecha una furia. Sin querer, se me escapa una sonrisa.

—Perdona, pero no te entiendo.

—¿Ah, no? Por tu culpa han expulsado a Samantha una semana. ¿Y ahora qué hago yo? Era mi única amiga.

Tengo que aguantarme la risa. Es curioso como ha cambiado la situación. ¡Qué bien hace las cosas Nicolae!

—Lo siento, pero no ha sido culpa mía. Ella empezó. Además, yo también fui expulsada por su culpa. Así que, si no te importa, déjanos en paz.

Mia no se mueve ni un ápice. En sus ojos se refleja un gran odio. No entiendo por qué.

Bueno, sí, lo sé. Pero aún así, me parece excesivo.

Se vuelve a mirar a Drogo, quien observa la escena sin quitar su brazo de mi cintura.

—Y encima tú la defenderás ¿No? —Drogo se encoje de hombros con una pequeña sonrisa.

Ella nos mira y aprieta los puños. Está empezando a perder el control. Drogo lo nota y se levanta a calmarla. Si se transforma, nos pondrá en evidencia.

—Tranquila, Mia. Aunque tu amiga no esté, no estás sola. Nos tienes a nosotros.

La tranquila voz de Drogo parece calmarle. Ella le mira y le sonríe. La expresión de su cara no me gusta nada. ¡Mierda! Creo que está enamorada de mi novio.

Drogo le abraza y ella sonríe feliz. Me hierve la sangre.

—Vamos, ven —le indica cogiéndole de la mano —. Siéntate un rato con nosotros. Verás como enseguida te sientes mejor.

—Yo... yo... no sé si debo —confiesa tímidamente. Drogo la mira intrigado.

—¿Y por qué? Si puede saberse.

—Porque ella me odia.

Mia me señala y yo me quedo con la boca abierta. ¿Será...?

—No digas tonterías, Mia —le dice Drogo con voz suave —. Seguro que son imaginaciones tuyas. ¿Por qué iba a odiarte Cris?

No sé. Déjame pensar... No. No tengo motivos. Sólo intentó quitarme el novio, casi me muerde, me secuestró, quería meterse en mi mente, es pretenciosa, orgullosa, altanera... No. No se me ocurre ningún motivo para odiarla.

—No sé —contesta Mia —, pero no es simpática conmigo.

Drogo me hace una señal para que no hable. Me cuesta contenerme. ¡Eso ha sido demasiado!

—¿Es por eso? —responde cariñoso. Me molesta que use ese tono con ella, aunque sea para evitar que nos ponga en evidencia. —Reconoce que, desde que llegaste, tú no has sido nada amable con ella. —Ella asiente. —¿Por qué no os dais una oportunidad de conoceros? Igual llegáis a haceros amigas.

Mia mira a Drogo y le dedica una sonrisa.

—Si me lo pides tú, lo haré —responde melosa. ¡Será cursi!

DC I: DESTINOS CRUZADOS √Donde viven las historias. Descúbrelo ahora