Después de comer me toca clase con Peter. Éste me conduce al interior del bosque hasta llegar a un pequeño claro junto al río. Me vuelvo hacia él con una pícara sonrisa.
—Espero que me lo pongas más difícil que la última vez.
Él me devuelve el gesto.
—Por supuesto que lo haré, pero no ahora.
—¿Qué quieres decir? —pregunto intrigada.
Peter me coge de la mano y me mira a los ojos.
—Verás. El dominio de las fuerzas de la naturaleza es algo innato en las brujas, y común tanto en la luz como en la oscuridad. Si deseas ser un ser de luz, primero tienes que encontrar tu equilibrio. Tienes que conseguir ser aceptada por la naturaleza y que ésta te otorgue su fuerza. Sólo lo hará si considera que eres digna de ella.
Las palabras de Peter me preocupan. Parece que esto va a ser más difícil de lo que pensaba. Aún así, debo intentarlo.
—Dime, Peter. ¿Qué debo hacer?
—Así me gusta. Con entusiasmo —contesta sonriendo —. Te explicaré. Te vas a quedar aquí sola, ya que mi presencia podría alterar las cosas. Pero no te preocupes. Yo estaré vigilando a distancia.
—¿Y cuando esté sola?
—Relájate, cierra los ojos y busca esa conexión.
¿Me toma el pelo? Yo esperaba algo más complicado.
—¿Nada más? No parece tan difícil.
Él se ríe.
—Es más difícil de lo que parece. Pocos consiguen esa conexión pero estoy seguro de que tú lo lograrás. Un consejo. Oigas lo que oigas y sientas lo que sientas, no tengas miedo. Cuando llegue el momento de abrir los ojos los sabrás.
Asiento no muy convencida y Peter, de un salto, desaparece entre las ramas de los árboles. Miro a mi alrededor pensando en la mejor manera de relajarme cuando veo un árbol de enorme tronco junto al río. Sus grandes raíces sobresalen convirtiendo su base en un hermoso trono. Sonrío y me dirijo hacia él. Al apoyarme en éste, siento que es el lugar adecuado. Cierro los ojos y me dejo llevar.
Un montón de sensaciones invaden mi cuerpo. El dulce sonido del agua del río se confunde con el de las ramas suavemente agitadas por la brisa. Los dulces aromas a hierba, madera y tierra inundan mis fosas nasales. Es como si el bosque me invitara a conocerlo. En estos momentos me siento tan relajada que creo que me voy a quedar dormida. Tengo que reconocer que esta clase no está nada mal.
Me despierto sobresaltada por el ruido de unas ramas rompiéndose. Recuerdo las palabras de Peter e intento mantener la calma. Confío en él y sé que vigila para que nada malo me suceda.
Dejándome llevar por mi curiosidad, dirijo mi vista hacia el lugar de procedencia del ruido. Un arbusto se agita y, de entre sus ramas, aparece un lindo conejo blanco. Se me escapa una sonrisa. En estos momentos me siento como «Alicia en el país de las maravillas».
El conejo me mira curioso con la cabeza ladeada. Ese gesto me resulta familiar. Juraría que es el mismo que curé con Drogo. Imito su gesto con una gran sonrisa y el conejo se acerca a mí. Extiendo mi mano y se coloca bajo ésta dejándose acariciar. Me resulta fascinante.
Levanto la vista del conejo y, en ese momento, me doy cuenta de que no estamos solos. Estoy rodeada de animales. Veo un corzo, un zorro, un tejón, varios conejos, ranas, infinidad de aves y hasta un lobo. Les dedico una sonrisa y se acercan para que les acaricie.
Siento que estoy estableciendo una fuerte conexión con la naturaleza pero, no sé porqué, me da la impresión de que falta algo.
Miro al frente y me encuentro con el lobo sentado. Me mira fijamente, como si me estuviera estudiando. ¿Por qué no se ha acercado?
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DC I: DESTINOS CRUZADOS √
FanficCristina, una joven estudiante y au-pair, descubre, de repente, que su vida no es tan sencilla como ella creía. Dos hombres totalmente opuestos se pelean por su corazón. Además, multitud de secretos amenazan con salir a la luz y arrastrarla con ello...