Capítulo 10 Amelía Messey

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-Confiesalo, hermana ¿qué hiciste con Evans?- preguntó Elif de nuevo. La mire con receló mientras me secaba el cabello.

-Ya te dije que no hicimos absolutamente nada de lo que estás imaginando- conteste poniendo los ojos en blanco.

Ya era casi medio día y hace una rato me había despertado y dado una ducha, ya que llevaba casi cuarenta y ocho horas que no dormía decidí no ir hoy a los entrenamientos y las clases, a excepción de una reunión que tendría con mi grupo en la tarde. Está mañana mí hermana fue a sus clases y ahora que estaban en descanso vino a saber como estaba y traerme comida, tenía una toalla en mí torso y algunas goteras de agua se deslizaban por mí piel, me miró por el cristal del espejo con una sonrisa ladina en sus labios.

-Encontré a Evans, el segundo ser humano que más odiabas hace un mes, semi-desnudó y en un lugar sólos Anais ¿qué quieres qué piense?- insistió.

-Ya te explique lo que paso, además recuerda que ese lugar “lugar”- hice comillas con mis dedos- era una bodega sucia, húmeda y oscura, te doy el derecho de pensar mal donde nos hubieras encontrado en algún sitio más atractivo.

Veía por el espejo las runas de diferentes habilidades que tenía grabadas en el cuerpo, tenía una de protección en el cuello, otra en el antebrazo de invisibilidad, en el hombro una de fuerza. En el pecho justo abajo se la clavícula una runa silenciosa, hace unos meses el cónclave descubrió que mis runas eran indestructibles, por lo regular las runas se rompen después de un tiempo, pero las mías no. Se mantuvieron intactas en el momento en el que el Cazador más poderoso se la hermandad quiso romperlas. Tessandra entró por la puerta con un plato de comida, puso unos de sus mechones rubios detrás de su oreja, note en ese momento que su mejilla tenía un gran moretón de tonalidad morada.

Fruncí el ceño y la miré con curiosidad, me termine de vestir poniéndome unos short de jeans gastados, una blusa se tirantes y los militares, recogí mi cabello. Tess dejó el plato de comida en la mesa y se sentó junto a Elif, saque el grava runas del cajonero del espejo, era una especie de lapicero grueso hecho de plata fina, pesaba un poco. Brillaba cuando empezaba a grabar las runas, tenía el símbolo de los cazadores grabado en el medió, éste objeto había sido de mí madre. Macristen lo conservó y me lo dio cuando empecé en la academia.

-¿Qué te pasó en la mejilla?- preguntamos al unísono.

-Entrenando mí contrincante se paso un poco- se encogió de hombros- ¿Cuándo tendré mí primera runa?- inquirió cambiando de tema.

-Ahora mismo- afirme y Elif me fulminó con la mirada.

-Ana, no, ¿cómo se te ocurre?- Hablo mi otra hermana con desaprobación.

-Mis runas son literalmente indestructibles, ¿quién mejor qué yo para grabarle esa runa?.

-Pero sin permiso de Macristen no lo puedes hacer.

-Chicas no quiero que peleen- intervino Tess.

-Es mí hermana, y yo veré como quiero protegerla- conteste, me cansaba que siempre estuviera siguiendo órdenes.

Yo jamás seguía órdenes y si bien es cierto, me he metido en problemas por eso pero lograba el objetivo, me posicione detrás se Tessandra. Elif se alejo un poco, la runa de protección era una de las runas más fuertes y dolorosas que hay en el circulo runal, muchas veces el dolor persistía por días. Pero una runa que valía la pena, si era gravada correctamente podía salvarte la vida de algún ente demoníaco ó hechizo, evitaba también que algún espíritu poseyera tú alma, ella se quita la blusa dejándome ver su espalda.

Empecé a gravar la runa en la parte de atrás del hombro de Tessandra, de inmediato soltó un fuerte alarido, seguido de un gemido, gritaba desesperada por que me detuviera, se removía y me hacia desconcentrar. Elif nos miro detenidamente del otro lado de la habitación no le gustaba desobedecer a mí tía, sin embargo, ella me conocía perfectamente bien y sabía que yo no me caracterizaba por seguir ordenes del cónclave ó cualquier otra persona. La piel de mí hermana se quemaba y empezaba a ponerse de una tonalidad rojiza, me detuve un momento para mirar su expresión.

Sueños #2Donde viven las historias. Descúbrelo ahora