Entré al ascensor mientras marcaba con mis dedos temblorosos el último piso del gran rascacielos, Derek estaba detrás de mí mirándome muy atento, su ceño permanecía fruncido, él no estaba de acuerdo con mí plan y claro, nadie lo estaba, era muy peligroso para todos y más para mí, si herían a Macristen me perjudicarían a mí o podrían incluso herir a Tessandra. El aparato electrónico pasaba por el segundo piso mientras mi corazón se aceleraba cada vez más, no quería enfrentarme a ella, no quería tener que mirarla a los ojos, la bilis se me subió por la garganta y me sentí ahogada, agotada, me sentía débil, quería detener el ascensor y salir corriendo, pero me arme de la poca valentía que me quedaba y me dije a mí misma que debía ser fuerte, mi hermana menor estaba allí y me necesitaba más firme que nunca. Solté un suspiro y mire a los ojos a mi acompañante a través del cristal del espejo en una de las paredes de pequeño cubículo, hasta ese momento no me había dado cuenta de que mi labio inferior temblaba, una lágrima se lizo de mí ojo izquierdo, tenía miedo. Quinto piso, aún seguía mirando a Derek, ¿debía decirle la verdad? ¿debía decirle que no lo odiaba, qué aún seguía enamorada de él? Tal vez podría ser la última vez que lo vería, que podría tenerlo cerca, de aspirar su aroma, de mirar sus ojos color esmeralda, de apreciar su sonrisa. Séptimo piso, gire en mí eje y lo encare, sus labios se abrieron un poco tal vez para decir algo que no alcanzó a salir, tenía un nudo en la garganta, uno que debía, por obligación sacar.
-Te escogí a ti- le dije mirándolo a los ojos- Y te seguiría escogiendo una y mil veces.
-¿De qué hablas, Anais?- preguntó confundido.
-La noche de la fiesta, me pusieron a escoger, te escogí a ti. Cuando se produjo la explosión yo me dirigía a pedirte que no te fueras y no me arrepiento, por que me di cuenta que te amo y nunca deje de hacerlo- pude apreciar como sus ojos se llenaron de lágrimas, estaba apunto de decir algo y el ascensor se detuvo en el décimo piso.
Volví a girar en mí eje mientras las puertas se abrían en el vestíbulo de un gran apartamento, el rascacielos quedaba en el centro de la ciudad y estábamos en el último piso, había una mujer esperándonos de pie al lado de una puerta de madera, aquí adentro todo estaba decorado a un estilo victoriano muy peculiar, las puertas estaban hechas de la más fina y delicada madera, tallada a mano, unos candelabros de cristal que iluminaba el lugar, con algunas lámparas que producían una luz tenue, habían ventanas, muchas en realidad. La mujer tenía entre treinta y treinta y cinco años, traía un gran vestido hasta sus talones y era alta, casi igual a Derek y él me rebasaba en mucha estatura, sus ojos negros como la noche que ahora nos rodeaba, tan penetrantes que por un instante pensé que no tendría alma. Como lo había imaginado, ella estaba rodeada de personas que la cuidarán, hace tres años también fue igual, la diferencia, radicaba en que ahora ya no temía a morir, ya no era esa niña atormentada por lo secretos de alguien. Me quede un segundo pensando que debía hacer, un zumbido molesto irritó mis oídos, por un momento quise quitarme el intercomunicador de la oreja pero me resistí, por allí ellos que avisarían qué debía hacer. Tenía miedo, sentía que me ahogaba, estaba a tiempo de dar un paso atrás pero no lo hice y tampoco lo haría, podría estar presa del pánico pero no olvidaba que tenía una familia que proteger, la mujer nos indico que la siguiéramos con un movimientos de cabeza, antes de caminar tras ella volví a mirarlo a los ojos, los cuales me suplicaban renunciar y dejar que los demás se encargarán.
<<¿Haz visto a Tessandra, Anais?>> preguntó Elif por el aparato en mí oreja, negué, aunque sabía que no me estaba viendo.
-La señora los está esperando en el comedor- Hablo la mujer, mientras abría una puerta por el pasillo lateral, asentimos.
Entramos a un comedor, justo frente a una gran ventana que daba vista a todo Blacksburg, desde los barrios bajos, hasta los de clase media alta, el salón no era tan grande como el recibidor pero era muy acogedor, la mesa es de doce puestos cinco en cada lado y uno en cada extremo. Macristen estaba de pie junto a la ventana, nos daba la espalda, su cabello estaba en una cola de caballo y traía unos jeans negro y una chaqueta a juego. Mí hermana se levanto de uno de los asientos y corrió para abrazarme, su mejilla estaba colorada he hinchada y su labio inferior partido por la mitad, una rabia incontable invadió mi sistema, quería estrangularla con mis manos, cómo se atrevía a herir a mí hermana menor, la estreche más contra mí cuerpo. Tessandra, era intocable, ella es mí pequeña niña, podría pasarlo por alto si fueran Elif o Aaron, ellos sabían como defenderse, pero ella era muestra pequeña, siempre estaba tratando de ayudar a los demás. Escuché unos sollozos de su parte. La bruja dio la vuelta para mirarnos a los ojos a cada uno, su semblante era realmente tranquilo y eso me asustaba, me asustaba mucho. Me separé de ella y la fulmine con la mirada.
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Sueños #2
Vampire-Vamos- dice él con la respiración cortada- de muestrame que mereces el lugar que tienes, que mereces llevar el apellido una Braus. -No necesitó demostrarte nada- conteste con la quijada apretada. -Tienes razón, pero claro, ¿qué se puede esperar? sí...