Capítulo 18 Acusada

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Me puse de pie del sillón y salí de la oficina de mi tía, con elif y Evans pisandome los talones,era hora de enfrentarme al cónclave y habían venido a escoltarme unos guardianes uno de ellos quiso esposarme pero mi tía no dejó, mi garganta se había secado. Caminamos hacia fuera del Castillo donde nos esperaba una bruja, el cónclave de los cazadores por el tratado que había hecho que las brujas tenía algunas bajo su mando, que se encargaban de hacer hechizos básicos para ellos. La gran mayoría de ellas, eran brujas prodigio íbamos a abrir un portal que nos condujera al juzgado de la clave, el cielo estaba gris como si estuviera a punto de caer una tormenta, los arboles se movían el compás del viento que soplaba con furia. Nos detuvimos frente a la bruja, yo dí media vuelta para ver a los ojos a Evans no sabía si volverían. Así que decidí confesarle la verdad.

-Quiero hacer algo antes de irme- comenté.

-¿Qué cosa? - pregunto frunciendo el ceño, me acerqué a él sin previó aviso y lo besé, un corto beso que daba a entender muchas cosas.

-Si quiero intentarlo- sin más giré en mis talones y me dirigí hacia la bruja, ella sostenía un grimorio en sus manos he iba a recitar el hechizo.

ella recinto unas palabras en griego y de inmediato una luz encandescente se abrió en medio de nosotros, odiado viajar entre portales pero por obligación tenía que hacerlo, el hombre que compañaba a Vladimir entró primero, seguido por mí, luego. Mi tía, el vértigo invadió mi estómago, me sentía como si fuera a vomitar lo que me había comido. Las luces pasaron alrededor de mí secando mis ojos, cuando el portal se volvió abrir, caí Arrodillada y queriendo Trasbocar, mi cabeza daba vueltas, me sentía mareada, me puse de pie aún con todo dándome vueltas, parecía que hubiera acabado de bajarme de la montaña rusa.

estábamos en los juzgados del cónclave, en un primer primer piso, aunque el establecimiento era de cinco, el suelo de mármol blanco, muy limpio, las columnas que sostenían el lugar de piedra caliza. Habían unas escaleras de caracol que se dirigían a todos los pisos hechas de una piedra un poco más colorida que las columnas, el techo estaba hecho del mismo material que el piso y del centro se desprendía una lámpara en forma de araña. Habían algunos cazadores al rededor los cuales se detuvieron un momento a mirar quieres eran los intrusos, las puertas eran de madera fina color marrón oscuro, esté lugar estaba llena de personas, vi una señora de limpieza, también muchos hombres de corbata. Una de las guardianas del cónclave de acero a mí y se trataba de nada más ni nada menos que Amalie Hórvath.

Nos habíamos visto muchas veces y lo que más deseaba era a mí fuera de éste mundo, Amalie era una mujer de entre treinta y cinco y cuarenta años, una de las mejores cazadoras, antes de poder articular palabra Vladimir nos condujo a una puerta a nuestro costado izquierdo, donde estaba el juzgado, unas sillas marrón a los lados derechos he izquierdos. Más adelante una reja metálica que separaba a los asientos del lugar donde se sentaba el cónclave y el jurados, debo admitir jamás me había enfrentado a cónclave completo, aún que, si no fallaban mis cálculos faltaba uno, algunas personas estaban sentados y al verme llegar se pusieron de pie, cómo cuando ven llegar a la novia en una ceremonia nupcial. Pero aquí yo iba caminando a mí fin.

-Anais Franklyn Braus, hija de una cazadora y un humano, mestiza, mitad inmortal, con sangre de demonio en sus venas estas aquí porque el cónclave la ha demandado por poner en peligro la vida de los humanos- informó el jurados dado por inicio la ceremonia, mire hacía mi izquierda donde se suponía estaba la parte acusadora y allí estaba ella, Amalie apunto de decir su discurso.

-Según el código 1920 del reglamento de los cazadores, todo aquel centinela, recluta, novato, cazador o guardián que no siga ordenes deberá ser sancionado por el cónclave, imponiéndole un castigo ejemplar- comento ella- La centinela Franklyn ha infringido la normal, con su rebeldía, anoche no estaba en servicio y decidió interferir en una misión que no le correspondía, poniendo en peligro la vida mundana, además.

Sueños #2Donde viven las historias. Descúbrelo ahora