Capítulo 27 Perdón

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-¿Te crees muy graciosita con el chistesito que nos hiciste anoche?- preguntó mí tía que permanecía con el ceño fruncido.

Mi cabeza y cuerpo dolían horriblemente y por primera vez sentía qué era una resaca, era las 7:00 a.m y mí tía me había hecho madrugar para bombardearme con un sermón por lo causado anoche, hablaba una y otra vez y yo no digería lo que sus palabras decían por que él dolor de cabeza martillaba mí cerebro. Anoche antes de llegar a la academia me había quedado dormida y está mañana mis hermanas, para colmo de males, también me habían reprendido, no solo por haber desaparecido, sino también, por haber hecho preocupar a mí hermano y a mí padre. Al ver que no aparecía les avisaron por si se me ocurría ir hacía allá, no quise nombrar mí encuentro con Cristofer porque no quería hablar de ello, además para ese entonces Derek ya debía haberles mencionado lo que había pasado.

Masajee mi cien con las manos, tratando que así disminuyera un poco el dolor de cabeza, Evans apareció en mis pensamientos debía hablar con él y aclarar se una buena vez las cosas, él no tenía la culpa de nada de lo me estaba pasado, era el que menos tenía velas en éste enrolló y desde un principio siempre me hablo con la verdad. Tal vez Evans podría llegar a ser la única persona en mí vida que de verdad me miro a los ojos diciéndome la verdad, no recordaba la gran mayoría de lo que había sucedido sólo recordaba pequeños fragmentos como cuando llegue al bar, cuando salí a bailar sola a la pisa, el sabor del primera botella. También recordaba cuando Derek me encontró o cuando detuvo el auto para que yo vomitará de nuevo, trataba de recordar más cosas, sin embargo. Me era prácticamente imposible

-Entonces irás con Derek- dijo mí tía, ¿acaso ella me había estado hablando de él? Trague saliva y me maldije a mí misma por no haber estado prestando atención- No es más ya puedes irte- culmino lo que sea que me estuviera diciendo.

Al principio quise admitir que no estaba prestando atención pero luego me arrepentí, sea lo que fuera que me Estaba explicando tenía que ver con Derek y él luego me lo diría, me levante del asintiendo y sin mediar palabra camine hasta la puerta y la abrí para salir de la oficina de mí tía, afuera vi como centinelas caminaban para allá y para acá con su habitual uniforme, algunos se quedaron viéndome con desaprobación, ya deberían correr rumores de las locuras de anoche. Quería una pastilla para el dolor de cabeza porque así no podría poner atención en las clases, camine hasta el restaurante y adentro no encontré a nadie, típico, aún faltaba una hora para el desayuno, al ver que no había nadie para pedirle lo que necesitaba fui hasta una de las mesas y me senté allí. No quería ir a ninguna clase hoy, recoste mí cabeza en ella y cerré mis ojos.

Quería un poco de paz interior, solté un suspiró cansino, sentí como se sentaban a mí lado no me tome la molestia de abrirlos de nuevo, quería ignorarlos a todos, sentí el ruido de un vaso de cristal al ser puesto sobre la mesa. Abrí primero un párpado para encontrarme con una vaso lleno de jugo de naranja, miré hacía un lado y allí se encontraba Evans mirándome tiernamente con su cabeza ledeada ligeramente, le di una sonrisa que más parecía una mueca y él rió de nuevo, su risa era realmente hermosa, se le hacían unos pequeños hoyuelos cuando sonreía y eso lo hacia ver muy tierno. Me levante de la mesa y se quedo mirándome mientras sobaba sus nudillos en mí mejilla.

-Me entere de lo que paso- empezo hablar él, dejando de hacer lo que hacía.

-No quiero hablar de eso- contesté.

-Ana, de verdad lo siento mucho, te deje sola en el momento que más me necesitaban, sólo pensé en mí y eso fue egoísta de mí parte, por eso. Ana, si estas dispuesta a perdonar a éste estúpido, egoísta y orgulloso que no te merece, viviré cada día para darte la felicidad que tanto te mereces- tome sus mejillas con mis manos lo acerque a mí y lo bese, sus labios se apoderaron de mi y sus brazos de posaron en mí cintura, me aleje para mirarlo a los ojos y luego, lo abrace, quería sentir el calor de un abrazo.

-Espero eso allá respondido a tú pregunta- dije con mí cabeza recostada en su hombro.

-Mí madre está aquí, junto con mí hermana y no he podido presentartelas, está noche habrá una cena familiar, quisiera que estés conmigo- asentí levantando mí mirada y dándole otro beso en sus labios.
...

-Hace media hora debiste haber estado con Macristen y Derek- hablo Elif entrando al salón de armas.

-¿De que hablas?- pregunte dando otro golpe al sacó de boxeo.

-Es qué irás a una misión con Derek- me detuve, así que de eso era lo que me estaba hablando.

-¡Por el ángel Macristen me matará!- exclamé, tome la blusa del suelo pues estaba en top, ni siquiera me importo salir corriendo sudada y sin bañarme.

Bajando las escaleras hacia el vestíbulo me recogí el cabello en una cola de caballo, choque con uno de los centinelas que estaba allí y me dispuse a calmarme para entrar a la oficina de mí tía y de paso ganar tiempo para pensar en una excusa, abrí la puerta sin tocar (como de costumbre) y adentro me encontré el recinto vacío, entre y me sobresalte al encontrar un hombre de pie mirando la estantería de libro dándome la espalda. Del susto solté un jadeo de sorpresa, trague saliva y carraspee para llamar su atención, al darse la vuelta mí boca de abrió de sorpresa, tal vez sí, estaba muy ebria anoche y no recordaba la gran mayoría de lo que había pasado. Sin embargo, si recordaba el vampiro y su extraño parecido a Derek, el sonrió con burla al darse cuenta de quien era yo, la misma estúpida risa burlona que el bastardo de Derek tenía.

-Ana- habló el sin quitar su estúpida sonrisa.

-Oh ya se conocen- fue interrumpido por la voz de mí tía- Louis ella es mí sobrina Anais- el hizo una pequeña venía- Anais él es el rey de los Vampiros Louis Cranwel, el hermano de Derek- creó que de la sorpresa le hice una mueca de desagrado, ya decía yo que ese parentesco no era algo normal- ¿No dirás nada?- me preguntó mí tía.

-¿Qué quieres qué diga?- devolví la pregunta cruzándome de brazos- ¿Qué es un placer? Dejame decirte que suficiente tengo con Derek, para también tener que aguantarme a su queridísimo hermano.

-Anais hazme el favor y respeta- exigió mí tía- el rey Louis, Derek y tú irán al reino Silfos para advertirle a la reina de la declaración de guerra de los demonios y los vampiros y hacer que se mantenga de nuestro lado ¿entiendes?- asentí de mala gana.

-¿No puedo ir yo sola? Es decir, es algo muy sencillo dudó que necesite alguien que me acompañe.

-No, la reina es muy astuta, Anais, es una manipuladora de primera, si ve alguien más de la reales tal vez sea fácil persuadirla- contesto el rey, puse los ojos en blanco y asentí.

-Se van en media hora, así que preparate- volví asentir. Salí sin mediar palabra salí de la oficina, estaba irritada, según lo que Lizzeth me había comentado él y Derek se odian, no me quería imaginar que pasaría, sería como ajuntar dos bombas atómicas al mismo tiempo.

-Ana, espero- una voz detuvo mi paso antes de que pudiera llegar a las escaleras, era la voz de Louis- ¿Qué te pasa?- preguntó.

-Pasa que no me gusta que me mientan- conteste.

-Yo anoche no te mentí.

-Claro que sí- me acerque a él- estaba allí por una razón y tú te acercaste a mí por mí parentesco con Renata, ¡Oh sorpresa! Soy su dopelgangüer, además también lo hiciste en tú nombre- dije sarcástica, me di media vuelta

-Por supuesto que no, Luí me llaman mis allegados, y sí, sí admito que fue por eso, pero ahora se que no eres ella, nada cambiara podemos ser amigos.

-No, no somos amigos, yo no sería capaz de ver como “Mí amigo”- hice comillas con los dedos- obliga a su hermana a casarse con alguien que no ama, te recuerdo que antes de ser Rey, fuiste hermano- hable con despreció y de inmediato su semblante cambió a uno neutro y frío.

-Eso es algo que no te interesa linda Anais, más te vale que no te metas en lo que no te importa, podría salir caro- pronto su sonrisa cambio a ser sínica.

-¿Me estás amenazando?- pregunté, con la rabia acumulada en mí cuerpo, no sólo en lo físico se parecían, sino también en sus maldito cambios de humor.

-Rey Louis, su hermana requiere su presencia- habló uno de los acompañantes del rey.

-Ya escuchaste, tú amada hermana te necesita- dije burlona.

-Muy bien decían por ahí, que ahora la arrogancia y la soberbia llevan tú nombre- sin más se fue caminando acompañado de sus escoltas.

Sueños #2Donde viven las historias. Descúbrelo ahora