Fui abriendo los ojos poco a poco, al principio solo veía sombras, pero luego esas sombras fueron tomando forma. Trague salivan que se deslizó por mi garganta reseca, un dolor me penetro las costillas y una punzada recorrió mi pierna, la cabeza, el cuerpo y el rostro me dolían tanto como no me habían dolido nunca. Por primera vez en años sentía dolor uno tan real y mundano que por un segundo me vi obligada a no llorar, estaba conectada a aparatos que tomaban mi signos vitales, un cardiólogo detectaba los latidos de mí corazón, unas hondas a través de mis venas las cuales me inyectaban algún medicamento en especial, para así disminuir un poco el dolor físico. No recordaba en que momento llegue aquí y menos quién me trajo, es más, ni siquiera sabía donde estaba, tampoco recordaba que había terminado de pasar con el demonio o sí lo detuvimos, al recordar nuestra pelea me dolió como si de nuevo la estuviera viviendo.
Me incorpore, me di cuenta que las heridas provocadas por Cristofer no cicatrizaban muy bien. Era la primera vez que ocurría, la razón no la conocía pero finalmente supe que él murió a manos de su hija pues aún le falta una pelea más y ya no era conmigo. Ese capítulo se había sellado pero no era fácil para nadie recuperarse después de la devastación que provocó. Sofía se dejó libre y no supe más de ella. Cristofer se convirtió en parte del universo. Ahora regresaban problemas que tenían que ver con mi vida, mis hermanos se encontraban durmiendo muy incómodamente en un sillón doble al frente de mí cama. Elif sostenía la cabeza de tessandra en sus pierna quien ella a su vez estaba acostada, mientras que Aaron mantenía a Elif en su regazo. Parecía que mi hermano era el más incómodo, tal vez inconscientemente o en un movimiento brusco de mi hermana menor, Aaron abrió sus ojos y al verme, trato de levantarse sin despertarlas, pero su intento fue fallido, los tres terminaron despertándose.
- Anais, tú no te haz muerto de milagro- hablo Elif mientras se frotaba un ojo.
- No, Elif- interrumpió Tessandra, se levanto y corrió hacía mí para abrazarme - Es una gran héroe. Por fin esa amenaza termino, eres mi héroe hermana- dijo dándome un muy empalagoso beso en la mejilla. Mi hermano se acerco a mí, hizo que extendiera mi brazo para que el pudiera mirar bien mis heridas, las repasó con su pulgar y luego me miro.
-Dejará cicatriz- Hablo él en un susurro.
-Son recuerdos de esta épica batalla- conteste. Me di cuenta de la expresión seria de Aaron. Sospechaba la razón.
- ¿Puedo hablar contigo?- Preguntó, asentí. Él miro a mis hermanas las cuales me dieron un abrazo cada una y se retiraron- ¿Cuándo pretendías decirme lo de Derek?- Cruza sus brazos.
-Aaron. No te lo dije porque no era necesario y no quería forjar problemas. Entiendeme ya no soy una niña y puede defenderme sola, aquí mismo tengo las marcas que demuestran que, incluso, luche contra un demonio que destruiría todo, si fui capaz con eso aún más con lo demás. Acepto que me querías protejer, pero lo que debes hacer es apoyarme con dejar que pelee mis batallas, por favor Aaron, si verdaderamente me quieres dame la confianza de ser yo.
- Me doy cuenta de ello, no importa que hagas, pero ¿porqué justamente con él? no pudiste buscar a otro que no fuera él, que ha causado tanto dolor en tú vida. Por lo menos vengaste mi manada de Cristofer. ¿Porqué no haces lo mismo con ese vampiro? Si me lo preguntas. Hubiese querido arrancarle la cabeza primero a ese chupa sangre que al mismo demonio.
- ¡Por favor! Aaron es el príncipe, yo no elegí que volviera a mí vida, te adoro con toda mis fuerzas pero quiero que me des la oportunidad de que yo maneje mi vida a mi manera. Debes confiar en mí- estiré mi mano y toque su mejilla con mis nudillos- Ya no debes de cuidarme hermano, yo siempre he sabido que sus besos matan, lo aprendí a la mala ¿recuerdas? Ya no tienes que cuidarme de él.
ESTÁS LEYENDO
Sueños #2
Vampire-Vamos- dice él con la respiración cortada- de muestrame que mereces el lugar que tienes, que mereces llevar el apellido una Braus. -No necesitó demostrarte nada- conteste con la quijada apretada. -Tienes razón, pero claro, ¿qué se puede esperar? sí...