Capítulo 32 Visitas Inesperadas

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-Cristofer- dije poniéndome en guardia, no sabía que me parecía más tenebroso si su apariencia demoníaca o su aparecía humana, su sonrisa era gigantesca y muy macabra para serles sincera- ¿Qué haces aquí?- pregunte dando unos pasos hacia atrás.

-No te preocupes, no te haré daño vengo en son de paz- levantó sus manos firmando la paz.

-Yo no confió en tí, trataste de asesinar a mí hermana y también quieres hacer lo mismo con la humanidad, hace meses no sabía de ti ¿a qué has venido?- apreté aún más el látigo que aún seguía es su forma solida.

-Hace unos días pude conocer un poco de la historia de la humanidad. Anais, ellos se matan entre sí, se hieren, son peores que el mismo satanás, tienen una oscuridad en sus adentros, provocan guerras, acaban con todo a su paso- me dijo, afloje un poco mí agarré, él tenía razón- ¿aún así los defiendes?- volvió a preguntar.

-Dios nos creó para cuidar a su creación, creyó que creandonos todo cambiaría, al menos eso pienso yo, después creó el libre albedrío - empecé a decirle- No somos responsables de lo que ellos se hagan entre sí, bien lo dijiste, ellos tienen una oscuridad es sus adentros, son la destrucción personificada. Cuidamos su supuesta realidad- puso atención a lo que le decía- ¿sabes porqué?- pregunté, él negó- Ellos no están listo para enfrentarse a la realidad de un Dios, no pueden saber que existe un ángel o que existen los objetos de creación divina, que existimos nosotros, provocarían un holocausto si llegarán a romper la burbuja en la que viven, creó que él no nos creó para protegerlos- guarde silencio un segundo- Él no nos hizo para que su creación no padeciera, sino para que tuvieran dudas de su existencia.

-Desde que mi hija decidió estar a mí lado deje las ideas de destruir la humanidad, necesitó saber donde está la corte imperial vampírica- fruncí el ceño.

-¿Tú crees qué te diré dónde queda la corte? ¿acaso estás loco?- le pregunté volviendo a tomar posición de combate.

-Hace unos días los vampiros rebeldes me buscaron, están listo para todo tienen un ejército Anais, quiero advertirles- contestó dando un paso hacia adelante.

-Les advertiré yo.

-¿Y te creerán?- preguntó- Anais, a mí si me creerán, nada mejor que presentar a la mente maestra de todo esto, sólo quiero ayudar- empecé a sentirme mareada por el olor a azufre que esparcían las sombras- debes creerme, habló en serio- tosi un poco al sentirme ahogada.

-Alemania oriental, Castillo Lichtenstein, Baden-Wurtemberg. Allí queda la corte- no sabía que estaba pasando o porque le había rebelado la ubicación pero en ese instante no era consciente de nada, el agradeció por ello y se dispuso a irse- Cristofer si me estas mintiendo, o es alguno de tus tantos trucos, te buscaré te encontraré y te mataré ¿entiendes?- el asintió, se dispuso a irse otra vez pero lo detuve- Otra cosa- el me miró de nuevo- si el cónclave se llega a enterar de esto, pueden acusarme de traición.

...

Me desperté soltando un grito ahogado, me incorporé de la cama recostándome contra el respaldo de la cama, mi pecho subía y bajaba y mí corazón parecía querer salir de mi caja torácica, mi respiración pesada era lo único que escuchaba en el silencio abrumador de la habitación. Toque mi rostro sintiéndolo mojado, había estado llorando dormida, lo que recordaba del sueño era muy poco, nada en realidad y ya era algo normal que me pasará esto en casi la gran mayoría de las noches. Me desmaye cuando Cristofer desapareció llevándose sus sombras, Evans y Derek me trajeron, había despertado momentos después de llegar al instituto y luego volví a quedarme dormida, no recordaba porque le había revelado la ubicación de la corte y sólo esperaba que no me metiera en problemas. Sentía incomodidad en la cama, así que me levanté me puse las sandalias y empecé a caminar hacía la terraza, necesitaba un poco de aire fresco, quitarme todo este peso que me abrumaba. Mire las camas de mis hermanas y ellas dormían sin enterarse de mí despertar.

Sueños #2Donde viven las historias. Descúbrelo ahora