Capítulo 31 Nuevo ciclo

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Me encontraba en una habitación pequeña, todo estaba oscuro y al frente de mí estaba una cama de madera y en ella dormía plácidamente una mujer cuyo rostro no alcanzaba a reconocer desde aquí, no movía un sólo músculo y su respiración era tan calmada que parecía que jamás despertaría de ese en soñamiento. Me quede confundida pero creía saber donde estaba, un sueño, me acerque a la mujer que tenía una cicatriz que bajaba desde su cuello, seguía por su brazo izquierdo y terminaba casi en su muñeca. Hice una mueca porque esa cicatriz representaba que la herida había sido muy profunda, colgaba también de su cuello una pequeña cadena de oro con un colgante con las iniciales M.M.B ladee la cabeza un poco, el rostro de la mujer me era realmente conocido, pero no sabía dónde la había visto antes.

En la habitación solo estaba la cama y un pequeño cajonero dónde reposaba una lámpara, las paredes era de ladrillo y la contextura era realmente tétrica, había olor a humedad y en una de cuatro paredes había una pequeña, muy pequeña ventana. Me acerque a ella y al mirar hacia afuera reconocí el lugar, estaba en una de las tantas habitaciones del castillo, afuera se veía la noche en su mejor esplendor y parte de los circuitos. Había algo en mí pecho que no me dejaba en paz, era como si una tormenta estuviese apuntó de desatarse. Ya habían pasado tantos meses desde la última vez que había sabido de Betzzaveth, que ahora había logrado perderle la pista y no sabía nada de ella, ya no sabía cual sería su próximo movimiento, no había víctimas (aún que eso en parte es bueno) tampoco mensajes, no había nada y eso me preocupaba.

-Es horrible ¿no?- una voz, ya conocida me saco de mis pensamientos.

-Me preguntaba cuando llegarías- giré en mí eje para verla, y ahí estaba ella, con su fantasmal presencia de nuevo invadiendo mis sueños- Han pasado demasiados meses, creí que no volverías.

-Hasta ahora no me habías vuelto a necesitar- contestó con una sonrisa sutil- La bruja ha vuelto y está vez no hay quien la detenga.

-¿Cómo la detengo?- pregunté.

-No puedes. Anais, no hay nadie que pueda hacerlo- ella agachó la cabeza y yo me quede en silencio, uno sepulcral he incómodo.

- ¿Quién es ella?- pregunté.

-Mirala bien- me acerque de nuevo a ella, la miré y luego abrí la boca con sorpresa. Ya sabía dónde la había visto, miré de nuevo a la extraña fantasma y luego a la mujer.

- Eres tú, no estas muerta.

-Yo nunca dije que lo estuviera- se encogió de hombros.

- ¿Dónde estamos?- pregunté.

-Estamos en el lugar más cerca que pude estar de ti.

-¿Ya no estás aquí?- pregunté de nuevo.

-No, debes irte ahora.

-No, espera- hable- Tengo muchas preguntas, no puedo irme ahora- ella me sonrió y todo empezó a nublarse.

...

-¿En qué piensas?- preguntó Evans al bajar del auto.

-En que no pienso es la pregunta indicada- respondí.

Tenía muchas cosas en que pensar, los sueños de la mujer fantasma, Betzzaveth, el libro, el cónclave, mi tía, mis hermanos, incluso Derek. Pensaba en que éste era el periodo de tiempo más largo que había pasado sin saber nada de la bruja y el lapso de tiempo más largo en el que ella había desparecido sin dejar huella, ni rastros, mi muertos, eso me asustaba porque sí volvía, volvería para ponernos en peligro a todos. Siete meses, siete mese había pasado desde la llegada de Derek el cual se había mantenido distante de mí, aunque no perdía oportunidad para molestarme con sus “Eres importante para mí” y también para molestar a Evans, con el cual ya llevaba muchos meses de relación. Todos los días eran tensos y sí no peleaba con Derek lo hacia con mí tía y si no era con ellas, lo era con mis hermanas, desde la declaración de guerra de los demonios todo se había puesto de locos, el cónclave mas exigente, la corte también, alianza por allá, alianzas por acá, acusados de traición por aquí y otros reconocidos por su valor.  

Así han pasado casi siete meses, en los que había compensado un nuevo ciclo y era horrible. Estabamos al lado norte de la ciudad a casi una hora del instituto, se habían presentado anomalías extrañas en el muelle del lago, había venido con Evans y también con Derek, aunque él venía en su moto así que nos detuvimos a esperar que llegará a lo lejos se escuchaba el motor de está. Era incómodo trabajar con los dos juntos, ya que siempre trataban de matarse. Tampoco había vuelto a saber del Demonio Cristofer y al igual que la bruja había desaparecido con su hija Sofia la cual había decidido irse del instituto para unirse a la pequeño revolución de su padre demonio. Liz se había ido con su hermano después de que éste decidió romper su compromiso. Derek llego y descendió de su moto para encararnos, traía unos jeans gastados, una camisa azul y una chaqué de cuero negra, su cabello se había alborotado por el viento y sus ojos esmeralda brillaban con intensidad. Al frente de nosotros había una cabaña abandonada y allí era donde se presentaron las anomalías, empecé a caminar hasta ella sin decir palabra.

-¿Qué le pasa a Anais?- escuche que le preguntaba Derek a Evans.

-A estado así todo el día- respondió Evans

Puse los ojos en blanco y seguí caminando hacia la cabaña, escuche los pasos de ellos detrás de mí, la casa quedaba a unos 50 metros de distancia, traía unos jeans negros y una blusa de tirantes y como hacia frío una garbandina negra hasta más arriba de mis rodillas. Mire hacia el cielo y la luna menguaba eso quería decir que en unos pocos días sería luna llena, antes de llegar a la puerta teníamos que subir dos pequeños escalones de madera y al pisarlos crujieron bajo mis zapatos, empuje la puerta un poco la cual estaba entre abierta. Adentro estaba todo totalmente oscuro, no se veía nada así que mis sentidos se agudizaron dos veces más, Evans y Derek entraron en seguida de mí y los tres estábamos adentro sin poder ver nada por la gran oscuridad, un gruñido se escuchó en la sombra, el gruñido de una bestia salvaje pasos fuertes y amenazadores empezaron a sentirse.

Mí respiración se hizo más acelerada y mí pecho empezó a subir y bajar, solté un grito de sorpresa al sentir como un animal se abalanzaba haciéndome caer fuertemente al suelo. El animal y yo empezamos a forcejear mientras intentaba que no me mordiera ya que era un lobo, puse mis brazos en forma de cruz para protegerme, mientras su baba caía en
mi rostro, sus dos patas estaban en mi pecho y empezaba a respirar con dificultad. Derek tomó del lomo al gigantesco perro de afilados dientes y me lo retiro de encima, mientras Evans corrió a mí para ayudarme a poner de pie, estaba confundida habíamos venido aquí por un demonios y ahora un hombre lobo me atacaba, éste clan jamás había tratado de meterse o retar a los cazadores y eso me preocupaba no porque quisiera que fueran sumisos, porque no lo deseaba, sino porque los hombres lobos habían sido creados originalmente para proteger a la raza humana.

-¡Sacala de aquí!- exigió Derek a Evans mientras forsejeaba con el animal.

La verdad no me gustaba atacar a éste clan ya que mí hermano era uno de ellos, camine seguida de Evans abrimos la puerta mientras escuchabamos un aullido del lobo detrás de nosotros, nos quedamos quietos al salir de la cabaña, nos paralizamos de inmediato al ser rodeados por casi la mitad de una manada. Estaba confundida, no entendía que pasaba, ellos no debían estarnos atacando éramos aliados, habían cinco lobos que tenían su piel erizada por completo, sus dientes a la vista y sus patas clavadas en el piso lanzándonos ladridos potentes. Ellos no atacaban solo nos amenazaban, eso quería decir que esperaban la orden de su líder el alfa, si no me equivocaba el alfa era con el que Derek estaba peleando adentro, miré a Evans de reojo el cual había desenfundado su espada y se puso en posición de combate a esperar su ataque. Hice que mi látigo Bajara por mí brazo para estar lista, uno de ello a mi izquierda se abalanzó sobre mi pero lo detuve envolviendo mi látigo en su cuello haciendo que callera a suelo.

Escuchamos un aullido de dolor y entonces, la bestia salió de la cabaña corriendo a todo velocidad con una de sus patas heridas. Derek cruzó la puerta con su camisa desgarrada y algunas marcas que se regeneraba, sus ojos empezaron adquirir su color naturas perdiendo el rojo que ahora le adornaba. los demás miembros de la manada empezaron a huir detrás de su líder, sin ni siquiera mirar atrás habíamos pasado un susto muy tremendo, debíamos informar lo ocurrido al cónclave y luego visitar a dos manadas en la ciudad. Unas sombras negras empezaron a rodearme toda, cubriéndome en forma circular dejando a Evans y a Derek por fuera, no entendía que pasaba, mi respiración se hizo más acelerada, esto no era nada bueno así que pose mí látigo en forma sólida.

-Hola de nuevo, Anais- habló saliendo de las sombras.

Sueños #2Donde viven las historias. Descúbrelo ahora