―Así que vas a Las Ramblas... ―dijo alargando las palabras. La verdad es que su voz era muy profunda y atractiva pero me estaba cayendo tan mal, que no pensaba entrar en su juego―. Yo también voy allí, será cosa del destino ―se le dibujo una sonrisa en los labios, como si fuera la mejor noticia del día.
¿Destino? Era la mayor tontería que había dicho hasta el momento y eso que no llevábamos hablando ni cinco minutos.
―Pues mira no sé si será el destino o qué pero, ahora que ya sabes a dónde voy, ¿me vas a dejar en paz? Es qué que me baje y me sigas, me parece bastante propio de un acosador ―tensé mi cuerpo y le miré de manera desafiante.
―Si pensaras que soy un acosador, no me estarías comiendo con los ojos ―dijo alzando las cejas y junté mis labios en una fina línea―. ¿O acaso me lo vas a negar? Vamos, si me estás desnudando con la mirada ―soltó una carcajada y mis mejillas se ruborizaron por lo que acababa de decir.
―No sé qué coño estás diciendo― espeté intentando disimular mi reacción. Le aparté con la mano para abrirme paso y empecé a andar hacia la salida. La verdad es mi carácter no suele ser tan frío pero los chicos prepotentes que se creen tan perfectos e irresistibles me enervan a niveles extremos.
Me alcanzó y se puso en frente de mí para impedirme el paso, ahí pude apreciar que era bastante alto, mediría más de 180 cm, cosa que le hacía ver aún más atractivo. Yo en cambio hacía mil años que no me medía, pero podía apreciar perfectamente que me sacaba más de una cabeza, y aunque me jodiera admitirlo, eso le daba el poder de intimidarme.
―No puedo dejarte ir, aún no sé ni tu nombre ―se despeino el pelo dejándoselo alborotado y esperó a que le contestara. Ese movimiento por simple y casual que hubiera sido, me había dejado totalmente embobada. Vaya pelazo.
Sacudí mi cabeza para volver en sí y procesé lo que me acababa de decir. No entendía a que venía esa pregunta, ¿Qué más le daba como me llamará? Su nivel de estupidez iba in crescendo y eso me resultaba de lo más desesperante.
―Ni lo vas a saber ―contesté fulminándole con los ojos mientras me cruzaba de brazos. Esté me hizo una sonrisa de medio lado y me di cuenta que no se iría sin obtener lo que quería.
―Mira, voy a hacértelo más fácil, yo me llamo Jace Brooks y tengo 19 años, encantado ―me miró sin quitar la sonrisa de su rostro y me extendió la mano.
¿De verdad se iba a presentar con un apretón de manos y encima diciéndome su apellido? Eso me parecía demasiado formal y raro para un chico de su edad.
―Ogg... Mira que eres pesado. Yo me llamo Kate Hall y tengo 17 años ―puse los ojos en blanco y le extendí la mano a pesar de que me seguía pareciendo demasiado extraño―. Ahora si me lo permites me voy, que estoy ocupada.
―Ves, era muy fácil presentarse sin tener que hacerse la dura ―me mostró su blanca dentadura―. Ha sido un placer conocerte, sé que no hemos hablado mucho pero tranquila, nos volveremos a ver ―me guiñó un ojo y volvió hacia la estación de metro. ― No me eches de menos ―gritó alejándose de mí.
¿No se suponía que bajaba en la misma parada que yo? ¿Y porque estaba tan seguro de que nos volveríamos a ver? Menudo creído, ya me había estropeado toda la mañana. Nuestro encontronazo había sido mucho más incómodo que madrugar, y eso ya era decir mucho.
Con la tontería se me había hecho tarde y tuve que darme prisa para recoger las entradas para el concierto al que iba a ir el lunes. En este, tocaba un grupo poco conocido el cual tenía unas canciones que me habían enamorado y por lo tanto, estaba deseando ir.
El espectáculo era para mayores de edad pero iba a ir con mi mejor amiga, Hayden, que ya los había cumplido, y que además, tenía contactos para que me colaran por si había algún inconveniente por ser un año menor. Aparte del problema de mi edad, había uno peor y era que mis padres no me dejaban ir. Les parecía peligroso que fuera a un concierto para mayores solo con mi mejor amiga y que encima fuera un lunes, sabiendo que el martes tenía clase así que, tenía que idear el mejor plan para conseguir ir.
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[Versión desactualizada] | Todo comenzó en esa estación
RomanceTodo puede cambiar en un efímero instante. Esos momentos que pasan tan rápido y que no ves venir, son los que más acabas recordando. Eso mismo me pasó a mí una mañana corriente que salí a hacer unos recados. Todo parecía ir según lo previsto hasta q...