Capítulo 30

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Nos atendieron después de media hora de espera y dimos todos los datos que el policía nos pidió. Por desgracia no pudimos dar mucha información pero al menos me acordaba del rostro de ese cabrón y eso iba a hacer más fácil capturarlo.

Cuando salimos, le empezó a sonar el móvil a Matt y lo cogió de inmediato. Era la enfermera, la cual nos había dicho que nos llamaría en caso de que pasara algo, y llamaba para avisar de que Hayden se había despertado.

Sin pensarlo dos veces fuimos rápido hacia el coche y nos dirigimos de nuevo hacia el hospital. Tenía demasiadas ganas de verla y de confirmar que todo estaba bien. El golpe no había sido muy fuerte pero me daba miedo que le hubiera dado en algún lugar crítico o algo, y eso me hubiera destrozado además de que nunca me hubiera perdonado a mí misma por haberla citado allí.

Llegamos y nos dieron paso a la habitación donde estaba. Tenía el rostro pálido y cansado, y los moratones se habían oscurecido aún más. En uno de los sillones de la sala estaba su madre durmiendo y hablamos flojo para no despertarla.

―¿Cómo te encuentras? ―pregunté acercándome a ella y cogiéndole la mano.

―Bueno, me duele bastante la espalda y la cabeza pero podría haber sido peor ―me miró a los ojos― ¿Quién me ha hecho esto? No me acuerdo de nada ―sus ojos se humedecieron.

―Un imbécil de mierda pero tranquila, pagará por lo que ha hecho, venimos de comisaría y seguro que lo van a pillar.

―Siempre me tiene que pasar algo... ―miró a su alrededor―. ¿Dónde está Álex? ―dijo con voz ahogada―. Ni si quiera se ha molestado en venir a verme, ¿o no le habéis dicho nada?

―No hemos tenido tiempo de decirle nada, Kate me ha llamado a mí rápidamente y no hemos pensado en avisar a Álex ―Matt sacó su teléfono del bolsillo―. Ahora le mando un mensaje explicándole lo que ha ocurrido.

Se fue de la habitación y me quedé a solas con Hayden y su madre. Pobrecita, se le notaba la mirada triste y perdida y sus ojos estaban fijos en los míos para que la pudiera rescatar de esa situación. Con lo del accidente no podía hacer nada, solo esperar a que cogieran a ese cabrón, pero con lo de Álex, la tenía que aconsejar de la mejor manera.

―Ahora preocúpate por descansar, Álex ya vendrá mañana que ahora es muy tarde ―se le volvieron a humedecer los ojos.

―Me gusta de verdad ―me apretó más la mano―. No quiero que me haga daño, nunca había sentido esto por ningún chico, tú lo sabes bien. Me dolería más que este accidente ―le limpié una lágrima que se le resbaló por la mejilla―. Le quiero.

―Hayden va, no llores. ¿Desde cuándo tú lloras y menos por chicos? Eres de las personas más fuertes que he conocido, no te hagas esto a ti misma ―en ese momento entró Matt y me interrumpió.

―No contesta, supongo que se habrá quedado frito ―dirigió la mirada hacia mí―. Deberíamos irnos, es bastante tarde y es mejor que Hayden duerma después de todo.

―Es que no la quiero dejar sola, necesito protegerla ―apreté más su mano.

―No te preocupes, vete a casa, mi madre cuando me despierte ya me cuidará―me sonrió y asentí con la cabeza.

Salimos fuera y nos dirigimos hacía el coche de Matt. Antes de que abriera la puerta lo detuve y se giró hacia mí. Me penetró con sus ojos azules y me miró extrañado, ―¿Qué te pasa?

―No me lleves a mi casa, por favor. Me duele muchísimo la cabeza y no quiero que mis padres me echen la bronca a estas horas ―me puse la mano en la frente.

―Tú no tienes 18. ¿A qué no? ―preguntó de repente.

―¿Eso a que viene?

―Cuando nos conocimos me dijiste que tenías 18 años pero sigo sin creérmelo, mucho menos viendo cómo dependes de tus padres.

[Versión desactualizada] | Todo comenzó en esa estación Donde viven las historias. Descúbrelo ahora