Por fin era viernes por la noche y podía desconectar del instituto. Después de cenar fui a mi habitación y me senté en el escritorio a mirar mi teléfono.
―¿Al final te dejan ir tus padres? ―vi que me preguntaba Hayden por mensaje.
La verdad es que no lo había ni preguntado, no me apetecía ir y además mis padres estaban muy enfadados conmigo y sabía que no me iban a dejar.
―No vale la pena que me esfuerce en preguntarlo, ya sé qué me contestaran. Pero no te preocupes, me pondré con el ordenador o lo que sea ―escribí como contestación, y ella me dejó el visto. Fue un gesto que no me molestó pero me sorprendió porque no era algo que soliera hacer.
Eran ya las 12 y decidí meterme en la cama a leer un libro. Desde hacía una semanas me había intentado implementar la rutina de leer cada noche, y casi nunca lo cumplía, era un puto desastre. Oí que mis padres se iban a dormir y como yo también estaba cansada de toda la semana decidí que ya leería mañana, por un día más de saltarme el propósito, no pasaría nada.
Cuando ya estaba conciliando el sueño empecé a escuchar ruidos y me alarmé. Era imposible que a mis padres se les hubiera caído algo porque estaban durmiendo así que pensé que seguramente el ruido provenía de los vecinos de arriba.
―¿Qué haces durmiendo? No es ni la una, madre mía. ¿Tienes 80 años o qué? ―murmuró una voz femenina. ¿Cómo coño había entrado alguien en mi habitación? ¿Estaba soñando?
―¿Hayden eres tú? ―pregunté medio dormida.
―Claro que soy yo. Va levántate y empieza a arreglarte que nos vamos de fiesta ―me quitó la manta de encima y empezó a desordenar mi armario―. Por cierto, siempre te digo que te asegures de cerrar bien la ventana porque algún día tendrás un susto y nunca me haces caso. La escalera de incendios está delante de tu habitación y es súper fácil colarse así que ya sabes para la próxima.
―Sí, sí, lo que tú digas. Ahora vete y déjame dormir ―me volví a tapar con la manta deseando que me hiciera caso.
―No, ahora mismo te vas a poner estos tejanos con este top tan mono y vamos a ir a divertirnos ―me destapo por segunda vez, provocando que soltara un gruñido, me cogió de un brazo y tiró de mí.
―Joder, ya ni dormir me dejas ―me quejé―. Como me pillen mis padres no volveré a ver la luz del día y todo será por tu culpa ―cogí la ropa que me había preparado a mala gana y me la puse.
―¿Están despiertos tus padres? ― preguntando bajando el tono de voz.
―No, se han ido a dormir hace un rato, pero no quiero ir a la fiesta, ¿tú has visto la cara que tengo? ―señalé mi rostro y ella hizo una mueca de desesperación.
―Va calla que ahora te maquillo un poco, te peino en un momento y ya verás que se te quita la cara de dormida y quedas guapísima. Además, volveremos antes de las 6 así que tus padres seguro que no te pillan.
―Joder... vale ―suspiré rindiéndome ante su insistencia.
Iba súper informal vestida, me había maquillado muy poco y tenía el pelo alborotado. A pesar de que Hayden me dijo que estaba genial, no me la creí. Ella iba muy guapa con el pelo ondulado, un pintalabios rojo y un vestido ajustado azul que le resaltaba todo.
Salimos por la ventana y la ajusté un poco para poder entrar a casa cuando volviera. Bajamos por la escalera de incendio y nos fuimos hacía casa de Álex. Hayden tenía la dirección en el móvil y estaba a 20 minutos de mi casa andando así que por suerte no tardamos.
Al llegar allí, lo primero en lo que nos fijamos fue en que vivía en una casa de dos plantas bastante grande y que apenas tenía vecinos. Por esa razón podía dar fiestas, porque podía poner la música alta sin molestar a nadie. Picamos, y Álex nos abrió la puerta con una gran sonrisa.
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[Versión desactualizada] | Todo comenzó en esa estación
RomantikTodo puede cambiar en un efímero instante. Esos momentos que pasan tan rápido y que no ves venir, son los que más acabas recordando. Eso mismo me pasó a mí una mañana corriente que salí a hacer unos recados. Todo parecía ir según lo previsto hasta q...