Epílogo

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Oscuridad. Eso era lo único que podía apreciar que me rodeaba, ni un solo atisbo de luz. Por no hablar de todos los pensamientos que me reconcomían la cabeza sin parar, que me parecían aún más oscuros y confusos que el puro color negro.

Jace, Blake, Jace, Blake. Aun no comprendía que había pasado. Todo había ido demasiado rápido y además, todo había acabado en un simple abrir y cerrar de ojos porque mi mente se había desconectado durante los acontecimientos.

Eso me recordó que ya no seguía allí, no seguía debatiendo con mi propia mente sobre sí de verdad estaba justificada esa agresión a su hermano. No, claro que no, la violencia no se justifica, menos si es así de agresiva.

Pero Blake había sido un idiota, me había estado tratando como un simple objeto, me quería utilizar para molestar a su hermano, y yo en parte, lo había permitido. Aun así, arrearle puñetazos sin ton ni son, por muy celoso que Jace estuviera, no había sido la solución idónea.

¿Quería a Jace? Joder, claro que lo quería a pesar de que se comportara como un idiota. Nadie me había hecho sentir como él lo hacía. A pesar de que nuestra relación nunca había ido en línea recta y a los dos nos había costado soltarnos, el vínculo que habíamos creado poco a poco me parecía tan especial... incomparable al que había sentido con mi anterior pareja.

Aun así, aunque mis sentimientos siguieran vigentes, nuestra breve relación no podía continuar, ni siquiera sabía si podría volver a verle para aclararle que la cena fue un macabro plan de su hermano, y que Blake no me gustaba en lo absoluto.

Me quedaría con la ganas de explicarle la versión de mi historia porque mis padres nunca me dejarían volver a acercarme a él. De ahora en adelante, solo verían a un chico con problemas de agresividad, y no al sensible y alocado chico del que me había pillado sin esperármelo.

—Jace... —murmuré con sutileza.

—¡Richard está despierta! —oí que gritaban a mi alrededor.

Entreabrí los ojos poco a poco y pude ver la suave luz del fluorescente de la habitación, además de unas cuantas siluetas que rodeaban mi cuerpo. Eran mi madre y mi padre.

—¿Qué ha pasado? —pregunté mientras estiraba mi cuello y recolocaba mi cuerpo en la cama del hospital.

—Te has desmayado, vaya susto nos has dado cariño —se acercaron y me dieron un abrazo que me calentó el frío cuerpo que sentía.

—¿Dónde está Jace? —necesitaba verlo, confirmar que lo que había pasado era real, entender porque reaccionaba así con los demás chicos, poder ayudarlo a controlar esa furia que sentía.

—No está aquí, y lo sentimos pero no te vendrá a ver, no quiere volver a tener contacto contigo, y tú tampoco deberías volver a querer a tenerlo.

Mentían. No les creía ni una palabra. Me había desmayado, no me había vuelto idiota. Me apostaría cualquier cosa a que había movido mar y tierra para venir a verme, para comprobar que me encontraba bien. Siempre había sido mi protector, y la pelea con su hermano no iba a cambiar eso ni mucho menos.

Sabía que por muy enfadada y decepcionada que estuviera yo con él, le daría igual molestarme e eludir las condiciones de mis padres con tal de saber que estaba sana y salva.

—Entonces, necesito ver a Hayden —mi mejor amiga. Era la única que me podría ayudar a comprender la situación y encontrar la mejor manera para actuar en este caso.

—No puedes ver a Hayden...—dijo mi padre mirando hacia otro lado—. Pensábamos decírtelo cuando salieras del hospital pero ahora que has sacado el tema, no podemos callarnos —miró a mamá.

—Su madre ha tenido una sobredosis, está ingresada en el hospital —los ojos se me abrieron de par en par y de pronto se humedecieron. Sabía que la madre de Hayden trabajaba mucho, y que también tenía depresión por la huida de su marido, pero nunca imaginé que sería capaz de intentar suicidarse.

Las cosas habían acabado de una manera inesperada. Hayden estaba destrozada por la inestabilidad emocional de su madre, y debía hacer todo lo posible para arreglar la situación, hacer que no se sintiera culpable por ello, y ayudarla a seguir adelante.

Además, mis padres me tendrían vigilada las 24h hasta nuevo aviso, y eso me impediría muchas cosas, aunque al menos estaría concentrada para sacarme el último año y poder dar el paso a la universidad.

Y por último, y lo que más me tocaba de cerca, tardaría mucho, o incluso nunca podría volver a tener contacto con ese chico idiota con los ojos color miel que conocí una mañana ajetreada en el metro de Barcelona.

♥♥♥

AM: Sé que no os lo esperabais, así que SORPRESA. (Por cierto escuchad la canción que os he dejado arriba, que la foto y la letra me recuerdan mucho al final de Todo Comenzó En Esa Estación).

Aun así, ya era hora de acabar bien la novela, que fui un poco cabrona y la dejé demasiado abierta. Cómo podréis ver, he aclarado varias cosas, pero lo he hecho dando pie a una segunda parte así que ya sabéis, si veo bastante apoyo, y que realmente os gusta esta novela, haré una segunda parte en la Universidad y tal, que creo que puede estar bastante interesante. Más teniendo en cuenta que yo acabo de empezar la Universidad y que por lo tanto, podría mostrar bastante bien cómo se sentiría Kate en ese ambiente.

Muchos besos y espero de verdad que os haya encantado porque de verdad, que le he puesto muchísimo esfuerzo y amor. La he leído y revisado entera como unas 4 veces, y creo que ahora está en su mejor esplendor.

[Versión desactualizada] | Todo comenzó en esa estación Donde viven las historias. Descúbrelo ahora