Capítulo 17

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―Cuando quieres eres muy directa ―dijo levantando una ceja y mis mejillas se empezaron a colorar por haber preguntado eso.

―Perdón, no pretendía ser tan brusca. Si no quieres no contestes ―coloqué mis manos en mis cachetes para enfriar la zona.

―No tranquila, no me la tiré. La verdad es que cuando te fuiste me quedé bastante rallado, se te veía molesta conmigo y encima no te pude acompañar ni a casa. Te llevé yo a la fiesta y ni siquiera supe cuidar de ti. No te quería pedir perdón por mensaje ni llamada porque lo veía muy cutre así que decidí llamarte para quedar hoy ―me giré sorprendida y le escuché más atentamente―. Me jodió un poco que hubieras quedado con otra persona pero mira, el mundo siempre nos acaba juntando. Ahora que te tengo delante ya te puedo decir que lo siento mucho por lo que pasó en casa de Matt.

―No te preocupes, ya está olvidado ―sonreí y moví la mano con desdén―. Lo siento mucho por todo lo que pasó con Emma pero es normal que aún le tengas cariño después de todo.

Empezó a vibrarme el móvil y vi que mi madre me estaba llamando.

―¿Sí?

Kate, son las 8 de la noche, ¿Dónde estás? ―dios, se me había pasado el tiempo volando.

―Perdón mamá. Había demasiadas cosas por ver en la feria y nos hemos entretenido.

Si quieres quédate a cenar, yo ya he hecho la cena y cuando vengas te la tendrás que comer recalentada ―no me atraía mucho la idea pero no tenía otra opción.

―No me importa calentarla en el microondas, ahora voy para casa.

Si lo dices por lo del castigo no te preocupes, confió en ti ―me lo repensé unos segundos pero caí en cuenta de que no valía la pena que me pillaran.

―Mamá, iré a cenar a casa ―insistí.

―Va cariño que es viernes, disfruta por ahí con Hayden ―suspiré y colgó sin dejarme opción de llevarle la contraria.

¿Qué cojones iba a hacer? ¿Dónde iba a cenar? Ni si quiera estaba con Hayden.

―¿Qué ha pasado? ―preguntó Jace confuso.

―Pues que tengo que cenar por ahí para que mi madre no sospeche de que no estoy con Hayden. Llévame a casa y por el camino paramos en algún sitio de comida rápida o algo ―no llevaba mucho dinero encima así que era la mejor opción.

―Ni de coña ―soltó con el rostro endurecido.

―¿Qué dices? ¿Por qué no me quieres llevar? ―pregunté poniendo mis manos a los lados de mis caderas.

―No es eso ―dijo seriamente y le miré confundida―. Si vamos a cenar, cenaremos bien, en un sitio que sea bueno y en el que podamos estar tranquilamente.

―No pienso tener una cita contigo ―me crucé de brazos―. Si no quieres llevarme a casa ya me buscaré la vida, no me hace falta depender de ti o de tu coche.

―¿Cita? ―se empezó a reír―. No pienses eso. Solo seremos dos amigos compartiendo mesa mientras cenamos. Podemos ir a un restaurante que hay por aquí cerca que está muy bueno, ya verás, te encantará.

―Siempre consigues lo que quieres ―suspiré dándome por vencida porque era inútil discutir con él. Siempre salía ganando.

Volvió al baño a revisarse la herida y se la volvió a limpiar. Ya no estaba tan mal como al principio, pero su torso se había llenado de moratones enormes. Me dijo que podíamos ir caminando porque estaba muy cerca, y que después ya volveríamos a su casa para coger el coche y llevarme a la mía.

[Versión desactualizada] | Todo comenzó en esa estación Donde viven las historias. Descúbrelo ahora