Capítulo 26

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Mi mente en ese momento se encontraba en estado de shock. No podía apartar la mirada de esos dos, no entendía que estaba pasando ni mucho menos porque ni desde cuando se conocían.

―¡Qué casualidad que os conozcáis! ―exclamó Hayden entre dientes y rápidamente, se giró hacia mí.

―Es realmente sorprendente ―contesté de manera irónica sin mover mi rostro de impacto. Tenía una mezcla de sentimientos en mi interior, además, ella estaba guapísima y por como la miraba Jace, él pensaba lo mismo.

Se acercaron los dos y se sentaron en un hueco libre que había en el sofá.

―Lo conocí un día de fiesta por Madrid hace bastante tiempo ―le miró y le dedicó una dulce sonrisa―. Habrán pasado más de dos años o así, ¿no? ―la manera en la que sus mirabas se cruzaban hacía que se me revolviera el estómago. Me empezaba a encontrar mal y era imposible que fuera por el alcohol, porque ni siquiera había bebido.

Desde que Hayden me drogó en el concierto, me prometí a mí misma que no bebería nada que no supiera exactamente de dónde provenía pero en ese momento, mi mente estaba dispersa y solo podía pensar en evadirme de esa situación. Eché un vistazo rápido a la mesa y vi un vaso lleno de bebida. Inmediatamente alargue mi brazo y lo cogí para empezar a beber.

―Creo que fui a Madrid hace un año y medio pero realmente no me acuerdo con claridad de lo que pasó en esos días. Básicamente fui allí por trabajo pero al final sucedió de todo menos acuerdos empresariales ―se rió, mostrando su perfecta sonrisa y volvió a dirigirse a Rebeca―. Siento no haberme comunicado contigo, perdí tu número y no supe como volver a saber de ti.

―No te preocupes, el destino nos ha unido aquí por algo ―en ese momento un hielo se fue al fondo de mi garganta y me atragante. Empecé a toser de una manera muy fuerte y todas las miradas se dirigieron hacia mí.

―Joder, que frío está esto ―solté quitándole importancia a la situación y todos dejaron de prestarme atención. La tontería que acababa de decir había funcionado, cosa que nunca pasaba.

―Dejaros ya de ñoñerías y hagamos algo interesante ―propuso Matt de repente―. Podríamos jugar a algún juego, ¿qué os parece?

―A mí me parece muy buena idea ―le apoyó una chica que estaba sentada al lado de Hayden―. ¿Qué tal el juego de la botella?

―Yo creo que es un poco infantil ―espetó Hayden poniendo los ojos en blanco―. Mejor jugamos a algo más picante. Verdad o atrevimiento.

―A mí no me gusta mucho ese juego ―dije recordando lo que había pasado en casa de Lucas mientras jugábamos a ese juego.

―¿Te vas a rajar? ―preguntó mi prima haciéndome una mirada de superioridad―. Si no podemos jugar a otra cosa. Cogemos una botella y a quien le toque, en vez de darse un beso con otra persona, hace lo que la gente pida. Es más grupal e interesante, yo he jugado varias veces y en todas hemos acabado desmadrándonos ―se empezó a reír y puse los ojos en blanco.

―Yo voto por eso ―dijo Álex mirando a Hayden y ella asintió.

―A mí me encanta todo lo que conlleve desmadrarse ―Matt puso una sonrisa pícara y me miró.

―La verdad es que no me van estos jueguecitos ―Jace se levantó del sofá y de inmediato Rebeca le cogió del brazo y le volvió a sentar―. ¿Qué haces? ―preguntó endureciendo el rostro.

―O jugamos todos o nada ―Rebeca entrecerró la mirada y Jace se destenso.

Al final mi prima, con sus encantos, consiguió convencer a todos los que estábamos en esa zona para jugar. Todo empezó muy leve ya que le tocó a gente que nunca había visto y lo más heavy que habían pedido era que uno se sacara los pantalones. La botella giro y giro hasta apuntar a Hayden, la cual me miró asustada, pidiéndome con la mirada que le dijera yo el reto.

[Versión desactualizada] | Todo comenzó en esa estación Donde viven las historias. Descúbrelo ahora