Parte 4
Kraslin camina por los barrios bajos de la ciudad, evitando las zonas peligrosas donde suelen reunirse los adictos a las drogas y vendedores de esclavos. Se pasea por entre los callejones cantando alegremente.
«Espero se estén llevando bien. Kinna es demasiado tímida, así que uno tiene que presentarles a las personas para que comience a hablar. Un niño Sofry no es algo que esperaba encontrarme, fue una buena pesca», piensa con felicidad. En la mañana ella había dejado en su escondite a un chico de la misma especie que la llamada calamidad andante, una amiga que tiene desde hace años, para que la mantuviese entretenida. Los Sofry no son muy comunes en la zona donde se encuentra ubicada la ciudad, por lo que era una oportunidad única en la vida.
«Ahora, a ver cómo le hago para vender esta cosa», se dice a sí misma mientras observa el extraño objeto que tomó del pequeño, pensando que quizás tenga algún valor.
—Disculpe señor —pregunta ella a un hombre Kaevalery que está transitando por la zona. Curiosamente parece tener una de las mejores ropas en el lugar, demasiado buenas, de hecho.
«¿Un noble? ¿Qué hace un noble aquí?» es su primera impresión.
—Ah, eres la chica que se llevó al niño...
Esas palabras soltadas de la boca del desconocido ponen en alerta a la chica. Se aleja del hombre de un salto y prepara una espada curva que tiene enfundada colgando en su cintura.
— ¿Cómo sabes eso? —pregunta seriamente, atenta a los movimientos del Kaevalery.
—Te vi ayer con el pequeño. Bueno, tuve una mala experiencia gracias a eso, así que no quiero tener nada que ver contigo. Si me disculpas...
El hombre, con un rostro desinteresado, se aleja caminando hacia una casa de aspecto tan pobre como el resto de las presentes en el lugar.
«Qué extraño sujeto», comenta en su interior la mujer-gato.
Kraslin espera a que se haya alejado completamente y se dirige a otro lugar.
«Tendré que ser cautelosa con ese Kaevalery, quizás debería contratar a unas personas para que lo sigan, mis instintos felinos me dicen que dará problemas. Ah, al final no pude preguntarle lo que quería, tendrá que ser a otra persona»
La mujer-gato continúa su camino, adentrándose cada vez más al centro de la ciudad de Rila. Unos grandes muros internos le bloquean el paso. Es el sector donde se encuentra el barrio alto.
Sin perder el tiempo, salta sobre la pared, con cautela de no ser detectada por los guardias e ingresa a la zona.
—Buenyo, buenyo... ¿Cuál será la nueva casa? —murmura ella, con una sonrisa.
Kraslin avanza velozmente entre las calles poco transitadas de la aristocracia del reino y escoge una de las grandes mansiones presentes al azar. Se introduce en una de ellas y espera a que el Jaalet, el animal que suele tenerse de mascota y a la vez como protección de los hogares, no esté vigilando.
Ella hace ingreso al edificio en cosa de segundos, a través de una ventana, y se esconde tras un mueble, observando a los presentes.
«Tres sirvientas, un mercenario y un mago», piensa al ver a un grupo de personas reunidas en el dintel de una puerta que parece ser el cuarto de descanso para empleados.
Ella no es una persona excepcionalmente fuerte, tampoco posee una gran habilidad mágica. Es algo usual en Kraslin, entonces, esconderse perfectamente de sus objetivos y esperar, con sus peludas orejas en alto y sus ojos atentos.
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Exhekar Tales II: El Tesoro Ancestral & La Bruja Glotona
FantasyUn artefacto más antiguo que la historia del mundo. Un grupo de personas curiosas que desean saber sus orígenes. Una bruja que devora todo a su paso. Esta historia habla del viaje de unos aventureros que desentierran los secretos del mundo en el que...