Capítulo 11: [Cuando el mundo acaba] (1)

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Parte 1


Al día siguiente, cuando los soles están en lo alto, un grupo de personas de diferentes especies se encuentra reunido a la salida de una ciudad cuyos muros resguardan un enorme castillo.

Frente a ellos hay una Talavalery y una Shezenvalery, conocidas sus especies también como «ángeles» y «demonios» respectivamente, quienes llevan unos sacos sobre sí mientras montan a un animal alargado.

— ¿Están seguras de que sólo quieren llevarse esto? —pregunta Eomstyll a las chicas.

—Sí, de todas formas no creo que podamos traer muchas cosas en nuestro viaje, al final sería un estorbo.

— ¿Están seguras de que nyo quieren acompañarnyos hasta que sea su momento de abandonar el continente?— pregunta Kraslin, intentando no parecer que las extrañará. Tuvo una buena relación con Tina durante el viaje, al igual que Kinna, quien la observa con pequeñas lágrimas en los ojos.

—Amiga... —se le escucha murmurar a la pequeña Sofry.

—Oigan, no me miren así. Pensé que no me querían tanto —dice la chica alada, sonriendo nerviosamente. Luego los observa a todos con una expresión seria y determinada—. Los considero a todos ustedes como amigos. Compartimos la comida, las batallas y el dormir. Para mí, eso es suficiente.
»Si algún día van al continente Erijofen, búsquenme en mi territorio.

— ¡¿Tienes un territorio propio?! —preguntan todos, excepto Megala, al unísono.

— ¿No se los dije? —La Talavalery parece perpleja ante su reacción, luego levanta la cabeza, tratando de recordar algo—. ¿Les dije que planeo hacer mi propio reino?

— ¡Tampoco!

—Ja, ja, ja. Qué cosas, ¿no?

— ¿De verdad te tienes que ir ahora? —pregunta la chiquilla Sofry. Curiosamente Kaljy no parece participar de la conversación, pero eso no llama la atención de la chica.

—Todavía me quedan unos cuantos días. Quiero aprovechar de comprar materiales para las clases en la academia mágica.

— ¡¿Ibas a ir a la academia mágica?!

— ¿Eh? ¿Tampoco les dije eso?

— ¡No!

—Vaya, eso no me lo esperaba. —Tina posa su mano sobre su nuca y mira al cielo con una sonrisa—. Bueno, será mejor que me vaya ya, de lo contrario me terminarán convenciendo de quedarme y quiero ser libre como el viento.

Dicho aquello, la Talavalery se retira hacia su montura. Megala aprovecha que la conversación con su compañera ha terminado para acercarse al grupo.

—No hablamos mucho y las circunstancias no me permitieron conocerlos muy bien, pero los considero gente de confianza —dice la chica-demonio, entregándoles un pequeño saco con medallas en su interior—. Si alguna vez algo sucede y se encuentran en problemas, usen esto y envíen una carta al castillo de Urak, de seguro que el rey de mi nación hará lo que esté dentro de sus posibilidades para ayudarles.

El grupo recibe el objeto con rostros perplejos. No esperaban que Megala se comportara así, con lo poco que habían hablado.

«Esa chica es muy seria», piensan todos a la vez mientras la observan montar al animal de transporte.

La Talavalery se levanta sobre la montura y exclama algo, haciendo avanzar a la bestia y cayendo sobre su cola tras perder el equilibrio.

«Y ella es muy rara», piensa el grupo, mirando la escena con una leve sonrisa.

Exhekar Tales II: El Tesoro Ancestral & La Bruja GlotonaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora