Capítulo 8: [Llamas gemelas] (2)

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Parte 2


—Tenemos cuerdas y arneses.

—Yo tengo unas cuantas estacas.

— ¿Alguien conoce hechizos de hielo?

— ¡Yo los sé! ¡Yo los defiendo si es que un dragón ataca mientras bajamos!

—Nosotros tenemos a un mago de tierra también.

La fracción de los grupos que ingresa al túnel consta de veintinueve personas, del grupo de exploradores sólo se quedan Tina y los niños Sofry arriba, por lo que cinco de sus miembros están dispuestos a bajar. Del grupo de caza-dragones uno se mantiene con ellos, para dirigir a los demás, y dos de los mercenarios. En realidad, los diecisiete mercenarios querían bajar para acabar con los dragones, pero se les obligó a que unos pocos se quedaran en caso de que el ataque fallara.

La recompensa es alta, pero la codicia puede verse entre algunos miembros. Los mercenarios proponen que el dinero se reparta en cantidades según el mérito de cada grupo. Claro está, como se puede deducir, ya que su cantidad de personas es mayor, la cantidad de ataques efectivos y por tanto el mérito de cada uno de ellos será también mayor que el de los demás. Los caza-dragones no parecen muy interesados en el dinero, mientras que Saz y compañía prefieren que se reparta en partes equitativas.

Una de las mujeres caza-dragones propone que la discusión se deje para después de que eliminen a las bestias, pero los mercenarios insisten. Al final, se decide por la idea del mérito, dejando sin embargo una cantidad mínima de dinero para cada grupo. Eomstyll es quien calcula aquella cantidad, pensando únicamente en el dinero que necesitarán en el viaje que les queda de ida y su regreso.

Clavando las estacas, uniendo las cuerdas y los arneses, cada miembro de los grupos baja lentamente hacia la oscuridad del nido de dragones. Arriba, el caza-dragón que se mantiene, alguien llamado Groan, da órdenes a los demás para levantar una barrera sobre el enorme agujero, el cual es tapado con troncos y piedras, siendo reforzados con magia.

El plan es enviar a la mayoría a atacar a los dragones. Una de las desventajas al luchar contra ellos es su capacidad de vuelo, por lo que se sella su única vía de escape. Por supuesto, aquello no será suficiente para detenerlos completamente, siendo posible su escape si usan la debida fuerza. Por esta razón, no pueden usar esa barrera para sofocarlos lentamente, lograrían escapar antes. El grupo que se mantiene arriba es encargado de evitar, en cuanto les sea posible, que los dragones salgan de su nido, permitiendo así que los demás ataquen con efectividad.

Esforzándose tanto como pueden, los que no entran al agujero cortan árboles, llevan sus troncos sobre el gran hoyo y luego vuelven a trabajar. Otros levantan pesadas rocas y las transportan, caminando pesadamente y con dolor de espalda. Kaljy y Kinna ayudan como pueden con sus pequeños y delgados brazos.

—Oye, niña, ¿no piensas ayudar? —pregunta uno de los mercenarios, de bastante mal humor, a Tina, quien se mantiene sentada sobre una roca, observando a todos. Ella se limita a saludar con la mano, sonriente, haciendo enfadar al hombre—. ¡Ven aquí y trabaja! —grita.

La Talavalery baja de su asiento y camina alegremente hasta llegar frente al sujeto. Luego coloca sus manos empuñadas sobre su boca y se agacha ligeramente.

—Lo siento, es que soy una chica muy debilucha y les estorbaría. Déjame pensar en qué puedo serte útil por ahora, ¿sí?

El hombre se ruboriza mirándola y luego desvía sus ojos hacia otro lado.

—Tch, haz lo que quieras —se queja, antes de volver a su trabajo.

Kaljy observa la escena, junto con Kinna.

Exhekar Tales II: El Tesoro Ancestral & La Bruja GlotonaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora