Intermedio II: [Un simple sueño]

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Un mundo oscuro en su totalidad. Tan oscuro y tan vacío que el chico no distinguía lo que estaba arriba de lo que estaba abajo. No era capaz de verse las manos y su sentido de la orientación estaba tan perturbado que tampoco podía diferenciar la izquierda de la derecha. Flotando en la nada misma, Kaljy Narkeb se encontraba sumido en el pensamiento, sin oídos para escuchar el silencio, sin ojos para ver el vacío, sin nariz para olfatear el aroma de la inexistencia, sin boca para saborear la nada misma y sin cuerpo para sentir lo que en verdad no lo rodeaba.

«¿Estoy muerto?», se preguntó.

Un sabio cuestionamiento. Lo más lógico sería pensar que perdió la vida con sus manos sosteniendo a la chica que tanto le gustaba.

«Al final, no pude decirle lo que sentía».

Su mayor arrepentimiento. No pudo decir las palabras que expresaban lo que sentía su corazón. Lo interrumpieron cuando se disponía hacerlo y luego, cuando tuvo una oportunidad, no lo hizo. No se atrevió, en parte por nerviosismo, en parte por temor. No fue un temor a no ser correspondido. Tuvo miedo a profesar amor antes de morir a una persona rechazada por el mundo. Eso lo haría alguien egoísta, cruel y despiadado. Kaljy no era de esas personas, al menos no se consideraba como una.

—Ciertamente habéis muerto —dijo una voz amable. Su dialecto era inusual, parecido a como hablaba uno de los Miguvalery en la ciudad. La calidez que transmitían sus palabras no se comparaba con nada que hubiese sentido antes. Ni el amor de sus padres podía ser puesto en la misma categoría que el cariño que desprendía aquel desconocido. ¿Era este un dios?

«Ya veo».

El pequeño sintió la amargura de la tristeza. Deprimido por no poder ver a sus seres queridos nuevamente. Tampoco terminó aquello que había empezado.

«No logré salvar a mi pueblo, no pude guiar a la señorita Sazguljend a las ruinas ni confesar mis sentimientos. Soy patético, ¿no cree?», preguntó al ser junto a él, imaginando que estaba sonriendo amargamente.

—Ser patético o no es algo que vosotros los mortales habéis ideado con vuestras propias mentes. Conozco el significado, pero no estoy en posición de llamaros como tal —respondió la voz, transmitiendo el desinterés por lo que acomplejaba al niño. Sin embargo, no sintió que se estaba burlando de él, era más correcto pensar que hablaba como si le dijese de alguna manera que ese tipo de problemas eran triviales y no debiera preocuparse por ello.

—Os esforzasteis y eso es lo que se ha de tomar en cuenta —terminó de decir.

«¿Y ahora qué viene? ¿Me llevarás al otro lado

—No.

La extraña respuesta del desconocido dejó perplejo al Sofry.

—Hay un pequeño inconveniente. Una chica...

«¿Una chica?»

—Existe una chica en vuestro mundo que no os quiere muerto. Lo desea con tanta fuerza y fervor que estoy dispuesto a cumplir su deseo.

¿Era eso posible? ¿Desear algo a tal punto que las leyes naturales pierden sentido?

—Pero para volver, vuestro cuerpo debe cambiar. No puedo hacer eso sin vuestro consentimiento. ¿Estáis dispuesto a perder vuestra mortalidad?

Perder la característica de ser mortal. No era algo que todos desearían, muchos se sentirían fuera de lugar. Podrían ser llamados monstruos, verían el tiempo de las demás personas pasar y observarían cómo cada ser querido, cada conocido, muere debido a la edad. Para muchos eso sería una maldición, sin embargo, para Kaljy esta oferta representaba todo lo contrario: volvería a vivir, volvería al mundo que dejó y tendría la oportunidad de terminar todo lo que empezó. Su condición además le permitiría estar junto a la chica que le gusta sin el temor de dejarla atrás cuando su hora llegase. No podía pedir algo mejor.

«¡Sí! ¡Por favor!», respondió con energía. «¡Quiero vivir otra vez!»

—Muy bien. Se os concederá la autoridad para usar las Manos de la Muerte y vuestra alma tendrá el permiso de volver a su cuerpo —dijo la voz al momento en que el pequeño sintió cómo su inexistente interior se calentaba. —Respecto a los cambios en vuestro cuerpo, de..., n...ir q... s..., pero...

La voz del desconocido fue desapareciendo poco a poco, haciéndose cada vez más difícil de distinguir y a cambio, una neblina oscura, más oscura que el mismo vacío en el que el pequeño se encontraba, se formaba cada vez más espesa.

Un extraño ser apareció frente a él. No despedía la misma amabilidad que la voz con la que hablaba hasta hace sólo unos segundos. Formado su cuerpo con la espesa y oscura niebla, tomando la forma de la silueta de una persona, con una especie de máscara blanca por cabeza, el extraño lo observó.

Cinco ojos alrededor de la máscara, sin nariz ni boca para hablar. Ese ser, esa cosa, acercó su rostro al campo de visión de Kaljy.

«¿Quién eres?», preguntó el pequeño al desconocido.

{Hueles como una...}

Las palabras escritas en el idioma del mundo aparecieron en su mente. Kaljy sabía leer, pero por alguna razón sentía que no estaba realmente viendo los caracteres, sino que los estaba sintiendo. Interpretando su significado con el alma misma.

{Te han permitido volver a la vida.}

Sus palabras no mostraban emoción alguna, pero el significado le recordó la conversación con el amable desconocido.

«¿Eres el que va a cambiar mi cuerpo para revivir?»

El ser no respondió inmediatamente, mirándole fijamente, sin expresar movimiento.

{Vengo de parte de Kinna.}

Un nombre conocido. El chiquillo conectó sus palabras con la conversación anterior y supuso que el dios a quien acababa de conocer envió a este otro ser a realizar su tarea.

«¿Qué tengo que hacer? Dime y haré lo que sea».

{¿Lo que sea?}

El extraño se acercó más y más a Kaljy. La sensación se le hacía incómoda, pues en ese instante el chiquillo no tenía cuerpo y la percepción de distancia para él estaba algo distorsionada. Sentía al desconocido, lo sentía demasiado cerca. Tan cerca que hasta creyó que estaba entrando dentro de su propia existencia.

{Entonces...}

La neblina dijo sus condiciones al pequeño y él las aceptó, sin cuestionarlas en ningún momento.

FIN DEL INTERMEDIO II

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N/A (08/04/2019): Qué corta es esta parte, pero así quedó xd

Exhekar Tales II: El Tesoro Ancestral & La Bruja GlotonaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora