II

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La jerarquía en cada colegio es la misma, al igual que la manera de "relacionarse", por no decir fragmentarse.

Los amigables, los populares, los inteligentes, los raros, los que no le hablan a nadie, los busca pleito. Y luego está ella.

—Así que estás aquí — sin preocuparse por encajar en un grupo en particular, se dedica únicamente a pertenecer, teniendo así a su alrededor todo tipo de amigos. Sasha, por ejemplo, tan pura como las perlas de la virgen, pero a veces tan torpe como un topo. De piel morena clara, cabellos castaños y ojos resplandecientes. Una chica bonita e inusual, con un apetito voraz, todo lo contrario de Historia, la chica popular y delgadita, pequeña, de cabellos rubios y ojos tan azules como el cielo, sin defectos aparentes (aunque Eren conoce ese temperamento explosivo en ella del cual es mejor huir cuando se provoca).

Junto a ella siempre está Ymir. La amiga de facciones rudas y toscas pero de pestañas hermosamente largas. De no ser por ella, Historia sería el blanco constante de confesiones y alguna que otra burla envidiosa por su escasa estatura.

Y claro, está Armin, su amigo más cercano, del tipo inteligente, y quien está hablándole ahora, irrumpiendo su momento de lectura a solas en la azotea de la escuela.

—Historia ha estado buscándote — informa antes de sentarse a su lado. Eren dice que  ya le buscará después, consciente de que muy seguramente le busca para usarla una vez más como su maniquí de pruebas con toda esa ropa bonita e incómoda que a ella no le agrada mucho. —Mira eso, tu profesor es bastante popular — Armin señala hacia abajo, hacia la silueta del profesor practicante al que de hecho Eren no deja de ver nunca.

Obligándose a apartar la mirada de su lectura, ve a su profesor siendo rodeado como cada día por las chicas de su propio curso y de cursos ajenos, incluso si él parece hosco e indiferente, y es además una persona de palabras duras. Mantiene la mirada con curiosidad, esperando que la sensación de magnetismo ridículo que siente cada que lo ve se vaya pronto. Probablemente le ve más tiempo del que se considera correcto porque él alza la mirada de improvisto y la mira también. Se quedan quietos (ella contiene el aliento), hasta que él aparta la mirada.

Sintiendo su rostro caliente sin razón, ella vuelve su mirada a su lectura. Ocultando su rostro tras sus cabellos castaños espera que Armin no sea capaz de escuchar los erráticos latidos de su corazón.

En la ausencia de luz, prometo mantener  el calorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora