CXII

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Eren mira su reflejo en el espejo del baño exhalando un suspiro. Sus enormes ojos que recuerdan a su madre cubiertos de un brillo de alegría y emoción. Ella piensa, mientras ve a la mujer frente a ella, por primera vez en un largo tiempo, en su vida hasta ahora. En ella con sus veintinueve años, en Levi rozando sus cuarentas y en la pequeña de cuatro años que han sabido criar juntos.

Mirando hacia atrás a sus primeros años juntos, la Eren de quince años locamente enamorada de su profesor no habría imaginado que compartiría tal conexión con él algún día. Eren, sinceramente, llegó a pensar que sería alguna clase de amor pasajero, que en algún punto del futuro ella podría olvidarle y continuar con su vida; incluso cuando sin proponérselo ella lo tuvo de nuevo a su alcance y sus sentimientos fueron correspondidos, aún le costó un poco imaginar que llegarían a este punto, siendo una pareja casada con hijos.

Eren acaricia su vientre, y sonríe. Solo pensar en el pequeño ser que crece ahí le hace feliz.

Ella ama a Levi, le amado desde siempre, y no importa cuántas veces lo diga o qué tanto intente explicarlo aún nada es suficiente para describir la enormidad de cómo se siente. Es físico, emocional y psicológico. Puede que a los desconocidos no les parezca, con lo extrovertida que es ella y las grandes diferencias de gustos y aversiones, pero se complementan y se entienden entre sí. Todos los días, Eren siente que se enamora un poco más de su esposo y piensa que ya no podrá amarlo más, solo para despertar al día siguiente y darse cuenta de que vuelve a suceder. Ella ama todo de él, desde las cosas más simples hasta las más pequeñas expresiones que hace Levi, no hay límite.

Los temores juveniles al inicio de su relación de insuficiencia y falta de confianza se han desvanecido por completo. En cambio, esos sentimientos han sido reemplazados por un creciente sentido de monopolio y adoración hacia su esposo, casi en la misma medida en que Levi la trata  a ella.

Deja escapar un suspiro, mirando una vez más la prueba de embarazo que ha puesto sobre el lavamanos.

—Eren, ¿está todo bien?

La brusca preocupación en la voz de Levi la hace sonreír. Probablemente ha estado aquí dentro más de lo normalmente correcto.

—Sí, lo está.

—Entonces apresúrate, o perderemos la reservación.

Eren inhala, y guarda en su bolso de mano la prueba de embarazo que ha hecho antes.

Hoy es su aniversario, y por primera vez desde que Camelia nació, ellos van a tener su tiempo a solas. Un tiempo que ella realmente ha estado echando de menos. Antes, cuando eran ellos dos, era muy fácil acurrucarse y quedarse dormidos en el sofá o salir a comer, pero ahora hay que apartar su tiempo privado para lidiar con rabietas infantiles o dolores de estómago. En su mayor parte, Camelia es una buena niña, pero les costó mucha paciencia y esfuerzo llegar a ese punto.

Al principio, la crianza no fue fácil para ninguno de los dos, pero con la ayuda de los sabios consejos de sus padres y sus buenos amigos, ellos supieron salir adelante. Aún hay momentos en los que la sobreprotección de su esposo se excede, como cuando Camelia llegó un día a casa después de sus primeros días en el preescolar diciendo que había un niño realmente amable con ella, y Levi se había quejado de eso con Eren durante semanas. A ella, sinceramente, le pareció adorable cuando Levi le contó sus planes de castrar a cualquiera que tocara a su hija antes de cumplir los veinte años. Nunca sucederá, pero es entrañable saber cuán apegado está Levi a su pequeña, especialmente con lo mucho que deseo no tener una niña.

Así, cuando llegan al restaurante, en medio de la luz de las velas y el suave tintineo de la porcelana fina, Eren puede relajarse y saborear el momento con su esposo.

—Hey, Levi — ella llama, deslizando su mano a través de la mesa para que Levi la sostenga, cuando él lo hace ella continúa hablando: — ¿No has pensando que nuestra familia es aún demasiado pequeña?

—¿Qué estás insinuando?

—Estoy embarazada.

Y no, ella realmente no pudo imaginar que su vida resultaría de esta manera, pero está más que feliz con ello. No hay forma de que algún día desee cambiar algo, porque así, justo así, ya todo es perfecto.

En la ausencia de luz, prometo mantener  el calorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora