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—Usted realmente quiere convertirse en profesor — Eren murmura, es un pensamiento que surge al ver la dedicación y esmero que Levi pone cuando se trata de sus alumnos, por muy estricto y duro que pueda parecer. Es un pensamiento que mantiene siempre para sí misma, nunca deja que se sepa, pero mientras ayuda al profesor a llevar algunas cosas al aula de profesores no puede evitar decirlo en voz alta al ver la forma en que reprende y aconseja a un par de chicos revoltosos que se han topado en el camino.

Él por supuesto, la escucha. Y la mira con sorpresa y algo cercano a la satisfacción quizá.

—Evidentemente, no soporto mocosos de mierda porque no tenga nada mejor que hacer en casa.

A Eren siempre le divierte lo brusco y mal hablado que puede ser este hombre cuando no hay demasiados críos a su alrededor. No puede reprimir la risa que le provoca.

El profesor Levi apenas le mira de reojo y le ordena seguir caminando.

Un par de pasos atrás Eren se siente satisfecha con esta cercanía, no es que deba desear más.

—Oh, Levi, ¿vendrás hoy...? — No cuando ella cree que ya hay alguien como su número uno.

Ahí frente a ellos, saliendo del pasillo que lleva a las escaleras, está Mikasa, mirándola con un rostro inmutable o molesto. Eren no puede estar segura.

—Perdón — ella dice —. Te buscaré más tarde.

Levi chista los labios, molesto porque no importa cuántas veces lo repita Mikasa sigue llamándole toda confianzuda.

Pasa junto a Eren, más cerca de lo necesario. Huele a fresas y toda clase de frutos rojos. Eren puede imaginarlo, pero por un segundo cree ver una sonrisa. No, no es una sonrisa de superación. Es una sonrisa teñida de amabilidad.

En la ausencia de luz, prometo mantener  el calorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora