LXXIX

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Eren suspira, mirándose a sí misma en el espejo de cuerpo entero del vestidor. Levanta su cabello lacio, intentando apoyarlo contra su cabeza como si fuera una especie de fantasía.

Suspira de nuevo, dejando caer su cabello de sus dedos para que cuelgue una vez más alrededor de sus delgados hombros. Gira su cuerpo hacia un lado, observando la curva que se forma con una bocanada de aire nerviosa.

Este vestido es hermoso, piensa, arrastrando las puntas de los dedos del encaje blanco. La textura es densa con detalles, el corpiño brilla bajo la luz del vestidor y envía destellos a través de las paredes oscuras. Se aferra a su cuerpo, en forma de corazón y delicado, justo por encima de sus caderas, donde se extiende en un gran y suave puf. La tela se enrolla en sí misma en un patrón suave, hasta el piso. El vestido es para morirse de lo precioso que es.

Pero ella no puede evitar sentirse un poco insegura al respecto. Ha usado vestidos antes, cuando Levi insiste en llevarla a algún tipo de lugar elegante, pero un vestido tan malditamente hermosos como lo es este... Eren no está muy convencida de lucirlo como se debe.

Mientras se mira en el espejo recuerda la pantalla de la ventana delantera. Dónde hay un par de maniquíes vestidos de novios. El elegante traje negro con la corbata granate ciertamente se adaptarían a Levi. Sus ojos se cierran cuando reemplaza el maniquí en la ventana con su prometido.

Deja escapar un pequeño suspiro cuando se imagina a Levi extendiendo una mano hacia ella y apretándola con fuerza mientras pronuncian sus votos. La cálida mano de Levi entonces acunaría la parte posterior de su cabeza mientras la empuja para besarla frente a todos sus seres queridos. Y más tarde, la forma en que la camisa blanca se deslizaría por el pálido hombro de su marido cuando él se incline sobre ella, reclamando sus labios de nuevo, pero esta vez, sin audiencia.

—¿Señorita? — Una voz la saca de sus pensamientos. Ella se sonroja por la ruta que comenzaban a tomar.

—¿Sí?

—¿Está lista para salir? — Es la vendedora que le ha ayudado a colocarse el vestido. Eren no está segura de cuánto tiempo hace que ella le dejó para contemplar su reflejo, pero debe haber sido un poco demasiado.

—Sí, gracias — responde. La señorita entra a la cabina y le sonríe, pero Eren no es capaz de devolverle el gesto. —Creo que es un poco demasiado, ¿no?— Levanta las cejas con torpeza.

—No, creo que le conviene, señorita — la sonrisa de la vendedora no vacila — Y podemos realizar las modificaciones necesarias para hacerlo lucir menos...

—¿Exagerado? — Ofrece Eren.

—Más a su gusto — termina la mujer. Eren cambia su peso y vuelve a aclararse la garganta. —¿Pedimos a sus invitados su opinión? — Pregunta.

Eren duda un poco, porque su prometido ha sido desterrado a la cafetería al otro lado de la calle porque su madre proclamó que es "mala suerte ver a la novia con su vestido antes del día de la boda", cuando, y a riesgo de parecer una malagradecida, la única opinión que le importa es la suya. Asiente de todos modos y sigue a la vendedora a la sala de espera, tropezando solo una vez.

—Te ves impresionante, cariño — Su madre exclama toda emocionada. Eren se sonroja, sabiendo que tiene que ser una mentira, y desvía su mirada de su madre a las dos chicas junto a ella.

—Wow — Historia parpadea hacia ella. Eren le lanza una mirada confusa. —Al principio no pensé que un vestido tan glamoroso fuera el camino a seguir, pero ... — se calla.

—Eren, te ves bien — Mikasa termina por ella.

—No tienen que mentirme — dice ella —. Sé exactamente cómo...

—No están mintiendo — su padre irrumpe —. Realmente luces bonita, pequeña.

Eren, no obstante, está a punto de discutir y plantear su sugerencia anterior de simplemente usar un vestido de manta, pero no tiene la oportunidad.

—Eren, creo que dejé mi billetera en tu... — Levi se congela cuando regresa a la tienda, con los ojos azules fijos en Eren.

—Levi... — Eren de repente se siente tan avergonzada. Realmente no cree encajar en ese vestido, y ya es bastante malo que sus amigas y sus padres vean esto. Pero ¿su prometido?

—Eren — Levi se acerca a ella agarrándola de la mano. —Te ves tan jodidamente hermosa.

Hermosa. No bonita. No "impresionante". Pero sí hermosa.

Esto, viniendo de la persona más indispuesta a ser adulador en público que Eren conoce.

–¿Eso crees? — Ella sabe que se está sonrojando, pero que (casi) no le importa.

—Absolutamente — los feroces ojos de Levi se suavizan de esa manera que hace que Eren se derrita.

Decide que tal vez usar un vestido exageradamente hermoso no es tan malo después de todo.

Eso es hasta que su madre pone todo el asunto en cuestión, afirmando que su futuro yerno lo ha "arruinado" al ver a Eren antes de su boda y ahora tendrán que comenzar la búsqueda del vestido perfecto de nuevo.

En la ausencia de luz, prometo mantener  el calorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora