En la ausencia de luz, prometo mantener el calor

XCVII

Levi sabe lo imponente que su presencia es, lo intimidante que suelen ser sus miradas, y lo descaradas que llegan a ser sus palabras. Y, con todo eso, no puede evitar sentirse vagamente satisfecho de que el niño frente a él, incluso si parece temerle, se mantenga en pie y le vea con una determinación feroz que no le inmuta en lo absoluto, pero que él mantiene, negándose a claudicar.

En el pasado Levi recuerda una escena como esta, con los roles invertidos. Y puede entender los nervios que Armin debe estar sintiendo justo en este momento, porque a pesar de no ser tan notorios como en él, Levi también los tuvo, incluso si se mantuvo optimista con sus deseos, aún estaba ese lado inseguro sobre lo que los amigos y la familia de Eren dirían.

En este caso Levi no tiene nada en contra de los deseos de su hermana, además del hecho de que quizá su relación ha sido demasiado corta, apenas unos meses, y cree que están yendo demasiado rápido. Pero poniendo todo en perspectiva, no es un caso muy diferente al suyo.

De modo que, mientras ve al crío que fuese su alumno en el pasado, temblar como una hoja pero sin hacer vacilar su voz, y escucha toda esa palabrería sobre lo feliz que puede hacer a Mikasa y lo mucho que planea apreciarla, él ya tiene una respuesta.

Y no es demasiado distinta a la que Armin le dio alguna vez.

Ellos tiene su aprobación, pero a su vez, Armin tiene la certeza de que, si alguna vez él llega a lastimar a Mikasa, Levi no dudará en traerla de vuelta.

Cuando ambos estrechan su mano y Armin sale de su despacho reprimiendo la felicidad que las palabras de Levi causan, Levi por fin se deja caer sobre su silla con un suspiro cansado, un poco abatido por lo que ya es un hecho.

—Oye, mamá gallina — Eren se burla, apareciendo desde alguna parte.

—No me jodas ahora — se queja Levi.

—Pero si la única razón por la que entro aquí a veces es con ese propósito.

Levi da una sonrisa ladina, encantado con la suave insinuación que Eren agrega a su voz.

—¿Así que planearas una boda nuevamente?

Eren rueda los ojos, sentándose en el escritorio, frente a su esposo.

—Bueno, resulta que Mikasa tiene un hermano encantador que contratará para ella a una planificadora de bodas. ¿No es maravilloso? Me pregunto porque mi marido no pensó en ello también.

Levi la toma por la tela de los shorts que viste y la jala hacia su regazo.

—Si mal no recuerdo la opción fue dicha, pero usted, señora Ackerman, con toda su testarudez decidió que podría sola con toda esa mierda.

Eren sonríe, mordiendo su labio inferior. Fascinada por la forma en que la voz de Levi, gruesa y susurrante, menciona su título. Luego se inclina y le besa, para hacerle saber sobre esa fascinación de sus propios labios.