En la ausencia de luz, prometo mantener el calor

LIV

Ver a Armin después de un largo tiempo es refrescante y emocionante, dejando de lado las dolorosas razones por las cuales él está aquí.

Eren apenas le ve, más alto de como lo recuerda y con su rostro mucho más maduro, toma una respiración y suelta la mano de Levi para poder ir hacia él y abrazarlo con todas sus fuerzas.

—Lo siento — que sea Armin quien lo susurre para Eren antes de que ella lo haga para él no es una sorpresa, él siempre ha sabido todo sobre ella a pesar de decir que en ocasiones ella es una persona difícil de entender.

Se separan cuando Levi se acerca para recoger las maletas que han quedado olvidadas y llevarlas al auto. Ambos se saludan, y Armin no duda ni un segundo cuando agrega el comentario: —Me alegro de saber que has cuidado de ella.

—Evidentemente.

Y Eren se siente toda agradecida y bendecida porque dos de sus personas importantes sean capaces de al fin mirarse a los ojos sin rencores.

Ellos van al hogar de Armin y se quedan junto a él todo el tiempo, respetan su decisión de hacer las cosas rápido y sin mucho alboroto. Y para el anochecer del día en que Armin ha regresado a la ciudad lo más difícil ya está hecho.

Con Armin sentando en el sofá de madera que su abuelo colocó en la floristería, Eren se acerca silenciosamente y se sienta a su lado con un par de tazas de chocolate caliente, el que solía preparar su abuelo para ambos.

Eren sabe que, probablemente, Armin está culpándose por todo eso: por haberse marchado a estudiar periodismo en otro continente, cuando el podría haber considerado alguna opción cercana; que seguramente esta maldiciendo su mala disposición de volver los últimos años, especialmente cuando se ha graduado el año pasado. Pero Eren sabe que no hay nadie a quien apuntar con el dedo.

Morir es parte de vivir.

Y el abuelo de Armin, lamentablemente, había vivido lo suficiente... y había vivido feliz y orgulloso de su único nieto, quien incluso si no encontraba el tiempo de volver, se mantenía al tanto de él con constantes llamadas y video-llamadas.

—Estaba muy orgulloso de ti ¿lo sabes? — Eren se recarga sobre él, encogiendo sus pies.

—Pero yo no estuve aquí para él.

—Pero él no te odiaba por ello y se sentiría muy molesto contigo de saber que te culpas.

—Lo sé — Armin sonríe tristemente, la vista fija en su taza —.  Pero me hubiera gustado despedirme de él.

—Aún puedes, quizá en algún lugar donde no somos capaces de notarlo, él te está escuchando.

Eren sabe que Armin es un tipo de razones y hechos, que seguramente no cree en lo que dice, pero aún así cierra los ojos y suplica silenciosamente en una añoranza porque sus palabras sean enviadas al lugar correcto.