XLIV

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—Has estado comportándote de manera extraña — Mikasa dice.

Levi permanece sentado tras su escritorio y mantiene el contacto visual. —¿A que te refieres?

—Estas actuando más frío y no has estado en las comidas.

—Simplemente no tenía hambre.

Mikasa no parece convencida. Ella se decide al fin por tomar lugar en uno de los sillones frente al escritorio. —Incluso si en ocasiones te odio, todavía puedes ser honesto conmigo.

Y tal vez porque la situación es tan novedosa, o porque hay algo en él que aún quiere conectarse con Mikasa, Levi decide responder la siguiente pregunta de Mikasa: "¿Fue difícil para ti tener que separarte de nuestra madre?"

Durante ese instante, la actitud gélida de Levi se quiebra, y la mirada que da a Mikasa es casi fulminante. —¿Por qué quieres saberlo?

Mikasa se encoge de hombros.

Levi aprieta su mandíbula. —Fue... — hace una pausa — difícil.

—¿Cómo qué?

Levi mira la cara de Mikasa y retuerce el gesto, como si algo vulnerable se deslizase dentro de él.

Mikasa cierra los ojos (ojos que recuerdan a los de su madre) y trata de decirse que no está siendo mezquina por esconderlos. —Voy a vivir con mi padre en unos meses.

—Lo sé — la vulnerabilidad ha desaparecido y Mikasa vuelve a abrir los ojos —. Has dicho que quieres pasar tiempo con él.

Mikasa asiente. —Por eso no tienes que preocuparte más por mi. Y deberías considerar salir con alguien que realmente te guste.

—... Tu amiga, Eren, dijo que me amaba.

Mikasa lo estudia cuidadosamente. —¿Y qué piensas hacer al respecto?

Y Levi responde honestamente una vez más. —No lo sé.

En la ausencia de luz, prometo mantener  el calorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora