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Este es el día. Levi, después de terminar la última hora de clase, les ha dado las gracias y un hasta pronto.

Historia y Armin miran a Eren con ansiedad y preocupación. Como animándola a hacer algo, lo que sea. Eren se arrepiente vagamente por haberles hablado de los amuletos. Pero ciertamente también está agradecida de que, incluso si su primer amor no está destinado a ser, sus amigos le animen con todas sus fuerzas.

Piensa en dejar las cosas así, con una despedida formal de un profesor a su alumna y simplemente guardar en sus recuerdos estos sentimientos, pero cuando Farlan se acerca a ella y le pregunta si realmente está bien con ello, Eren no puede evitar responder que no, no lo está en lo absoluto.

Con la campana de salida sonando varios minutos atrás, de pie en el pasillo, con los amuletos sintiéndose pesados en su mochila y con un tobillo apenas recuperándose, Eren comienza a correr. Si se apresura ella aún podrá alcanzarle, no debe estar muy lejos, seguramente acercándose al estacionamiento.

Su amor, su primer amor...

Ella quiere agradecerle debidamente.

—¡Profesor Levi! — ella grita cuando su silueta aparece en su visión.

Y él, él quien siempre es capaz de distinguir esa voz entre muchas otras, detiene sus pasos y gira lentamente, solo para ver a su energética e imprudente alumna correr con fuerza hacia él.

—¡Profesor Levi! — ella jadea cuando se detiene, recuperando el aire al recargarse sobre sus rodillas.

Al ver la ansiedad en sus acciones, Levi se guarda el regaño que tiene para ella por correr de ese modo cuando aún está herida.

—Usted... — jadea — defi... ¡definitivamente tiene que cumplir sus sueños!

Ella se yergue tan alta como es con su mano estirada hacia él hecha un puño y las mejillas sonrosadas. Los ojos llenos de una determinación que él nunca ha visto en nadie.

No cree que sea capaz de olvidarla nunca.

En la ausencia de luz, prometo mantener  el calorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora