Parte sin título 11

13 1 1
                                    

No tiene ganas de hablar de bailes, ni actos. Después de un rato de discusiones estériles, opta por salir a tomar un poco de aire fresco para despejar su mente. El video le ha revuelto demasiadas cosas dentro. Ver a Beth tan llena de vida, aún le destroza el alma. La imaginó de mil maneras... ¡Nunca muerta! Tampoco quiere estar al lado de Mariana, cada día lo sorprende más: Tiene mucha facilidad de expresión y capacidad de convencimiento cuando se lo propone. La deja planificando, sabe que al final las cosas se harán como ella desea. Francisco sólo ayuda para aprovechar cada segundo con Jackeline, así sea aguantando sus desplantes. Ella tendrá que dejar de luchar en algún momento, aceptar que a pesar de lo ocurrido, sigue enamorada.

−¿Qué haces aquí tan solo? –es extraño encontrar a Samuel sentado al pie de la escalera, en actitud de espera. Apenas se deja ver fuera de su dormitorio.

−Nada –evita entablar conversación con los habitantes de aquella enorme casa. Lo hacen sentir incomodo, menospreciado, apestoso . Solamente con Magdalena habla. Pero ella es diferente a todos los demás: Cariñosa, dulce, amable. Tan... linda. Aunque a veces le gusta pelear, dominarlo, pero eso no le resta encanto, al contrario...Lo malo es que pasa mucho tiempo en la escuela y él la extraña. –Hasta mi madrina está muy ocupada para atenderme. –no disimula su descontento.

−Si quieres, yo te puedo ayudar.

−Pero yo no quiero nada contigo. –declara sin tapujos –No me caes bien.

−¡Lástima! Juntos nos divertiríamos un mundo. –obvia su abierto rechazo.

−¿A cambio de qué? –continúa en la misma actitud beligerante, olvidando la sugerencia de su madrina

−No sé. –se sorprende a sí mismo. No acostumbra lidiar con niños malcriados. Mag es tolerante y parlanchina, pero aquel chiquillo, pide a gritos un amigo en quien confiar. –Tal vez una sonrisa o que dejes de considerarme tu rival.

−No lo creo –baja un poco la guardia, sin proponérselo. –Yo enfrento a cualquiera que se atreva a fijarse en mi madrina.

−¡Diantres! –disimulando su complacencia, se lleva ambas manos a la cabeza para exagerar su asombro. –Tendrás que pelear con media humanidad, porque Mariana es muy llamativa.

−¡Eres un caradura! –al menos acepta de frente, sin guabineos como acostumbran hacer los malandrines del barrio -¿Lo dices así tan tranquilo?

−¿Te parece una solución negarlo? –se sienta un escalón más abajo, quedando a su altura – ¿Qué harías al descubrir que te gusta alguien?

−¡Tas loco! –salta como pinchado. − ¡Nunca me van a gustar las niñas! –enfatiza vehemente. –Todas son gritonas, peleonas, sifrinas, mandonas o lloronas que siempre te quieren dominar.

−Las acabas de describir a la perfección, aunque desconozco el significado de sifrina. –aún debe ayudarlo a mejorar su léxico. –Pero a medida que crecemos nos volvemos masoquistas, nos gusta padecer.

−Si te metes con Maru, te rompo todo lo que se llama cara. –se vuelve a poner a la defensiva, apretando los puños amenazantes.

−Me parece muy loable que la defiendas. –de verás admira su devoción. –Aunque ella es capaz de cuidarse, manteniéndome alejado sin tu ayuda.

− ¿Así y todo te gusta? –interroga dudoso.

−Recuerda: Tengo una novia. –es mejor no levantar más polvareda.- Además, –existen cosas difíciles de explicar a un niño – ¿Dejarías de comer chocolates, caramelos o golosinas; si te digo que producen caries? Una de las enfermedades más dolorosas y comunes que hay.

MarianaWhere stories live. Discover now