Parte sin título 23

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Aparte de Francisco, no se atreve a confiar en nadie. Necesita dinero para negociar o estará perdido. Con los cargos de agresión a un funcionario, secuestro, intento de violación, homicidio y la "magnifica labor" de su abogado defensor, tiene para permanecer encerrado el resto de su vida o peor aún... Ser asesinado sin juicio previo.

Tantos planes, proyectos y sueños truncados por una vil mentira. ¿Le cobra la vida sus locuras de juventud? Nunca causó daño intencional o permanente a nadie... Más que a sí mismo. Pensó que con la muerte de Beth y su hijo había purgado todas sus culpas. A lo mejor Marucha tiene razón, es preferible renunciar a todo para vivir en paz. ¿Será lo que buscan quienes lo injurian? ¿Con abdicar a los derechos dejados por su abuelo aparecerá Samuel y lo dejaran en libertad plena?

Impresionado abre los ojos desesperado a cada instante. Teme que el cansancio lo venza, sin tener oportunidad de volver a despertar. Primera vez que siente tantas dudas e incertidumbre.

No sabe cuánto más debe soportar. Le extraña que lo lleven a hablar de nuevo con su abogado. Han pasado las setenta y dos horas reglamentarias, quiere salir de allí. Le duele todo el cuerpo, teme le hayan vuelto a fracturar las costillas, pues le cuesta respirar.

−¿Qué sucede? –es todo el saludo con que recibe a Bizantino, le ha perdido la confianza e incluso comienza a sospechar que está interesado en mantenerlo encerrado, lejos de la herencia o... ¡Muerto!

−Después de analizar a fondo tu caso. – trata de suavizar el impacto de sus palabras. –He decidido retrasar unos días tu traslado, al retén penitenciario.

−No entiendo nada. –se altera más –Primero me induces a declararme culpable para "agilizar mi salida". –lo acusa exaltado. –Ahora vienes con otro cuento. ¿Que pretendes en realidad?

−Según mis informantes. –luce nervioso. –Marucha planeo todo para que te asesinen durante el traslado o apenas llegues al retén.

−No te creo nada. –le suena ilógico por completo.– ¿No le conviene más que siendo el raptor de su hijo, declare dónde  está antes de eliminarme?

−Eso tampoco lo tengo claro, pero la fuente es muy confiable. –le importuna su creciente desconfianza. –Por eso necesito ganar un poco más de tiempo,  tratar de declararte incapacitado mental con la ayuda de un amigo psiquiatra y lograr  trasladarte mejor a una casa de reposo donde estarás más seguro.

−Espera. –no le gusta para nada aquella opción. Es la misma usada contra su abuelo en años anteriores. –No estoy loco.

−Lo sé. –acepta sin inmutarse. –Pero es la manera más rápida para introducir una apelación o pedir una medida cautelar sustitutiva. –se asegura convencerlo, tiene muchos años en ejercicio, sabe cual tecla tocar a cada quien. –Después pediré un arresto domiciliario, alegando tu condición, no será difícil para ti, dado que vives casi asilado en tu habitación.

−Bien sabes que soy  inocente de cuanto se me acusa. –continua negándose. Más que su defensor lo mira como a un ave de rapiña, dispuesto a aprovechar  su situación para destrozarlo. –No quiero artilugios sino libertad plena.

−Eres muy inteligente y fuerte. –cambia de táctica –Si hasta ahora, has podido con esos rateros de segunda, unos días más no te harán mella.

−No he podido dormir, ni orinar voy a terminar agotado y aprovecharan para eliminarme.

−No te preocupes, tengo un plan para  enviarte a la enfermería. –celebra, sin mostrar su satisfacción. –Allí descansarás y te recuperarás un poco.

Para su sorpresa, esta vez no es recibido a palos. No le caen todos encima como acostumbran, sino que lo aborda uno solo.

−Nos pagaron por adelantado para mandarte a la enfermería. –se burla,al saberlo liquidado. –Tú dices, si quieres que sea en una sola pieza o por pedazos.

−No soy estúpido para facilitar mi asesinato. –se dispone a defenderse.

−¡Verga sifrinito! –se acerca otro. –Te gusta dificulta todo. –saca un puñal del bolsillo, mostrándolo jactancioso. –Tengo ganas de jodete desde que entraste con tus ínfulas, pero se supone que debes llegar vivo allá. –tantas horas sin dormir lo hacen lento, sin embargo logra esquivar el primer embate.

−Maru le pagó al enfermero para  violate  drogao antes de matate. –anuncia un tercero, uniéndose al grupo. –Pero nosotros te queremos inaugurá primero. –rodeándolo amenazadoramente, le impiden arrinconarse en la esquina como  hace siempre para resguardar su espalda. Ahora dos se colocan por detrás, los demás al frente y otros a los lados, cortando toda posibilidad de escape.

Con el reducido espacio y el planificado ataque, en escasos minutos lo someten, tirándolo al piso para  patearlo por todas partes. Uno lo sujeta por los cabellos para batir su cabeza contra el cemento. A punto de desmayarse, escucha muy a lo lejos un grito de auxilio

-¡Están matando a uno! –alerta a los custodios –¡Apúrense o llévense el cadáver!

Cuando logra abrir los ojos de  nuevo, siente como si lo hubiese arrollado un camión cargado de cabillas, el dolor generalizado le dificulta moverse. Esposado a una camilla sin sabanas, ni nada cubriéndolo, apenas logra respirar . A su lado, otros dos más parecen en peores condiciones . A uno se le nota la sangre, incluso por encima de la venda que envuelve el tórax y el otro recibe una transfusión. A diferencia suya, no llevan esposas.

−Casi pasas a esos dos pal otro lado. –comenta el enfermero al verlo reaccionar –Eres más peligroso de lo que aparentas, con tu cara de niño bueno. – ¿Cómo hiciste para apuñalar a uno, reventar las costillas a otro y seguir vivo? –termina de ajustar la cura cerca de la sien con un adhesivo. –Debes tener mucha plata o estar loco, porque eso –señala a los dos hombres. –Le suma más a tu prontuario.

–Miente. –le asombran tantas acusaciones juntas .  –Yo fui el atacado, ni tiempo de defenderme tuve, pensé que me matarían. –retoma sus palabras. – ¿De cuál prontuario habla?

−Según, eres el autor intelectual del secuestro a un menor, intento de violación y dos homicidios.

−Si paso unos días más aquí, hasta terminaré siendo culpable de la caída de la bolsa de Tokio y el atentado a las Torres Gemelas. –suspira exhausto – ¿Será que puedo descansar un rato, sin despertar frente a San Pedro dando cuenta de todos mis supuestos crímenes? – cierra los ojos fingiendo dormir, no olvida la amenaza recibida antes de perder el conocimiento en la celda. – ¿Eres de fiar o estás esperando mi descuido para violarme?

−Tranquilo, –se vuelve hacia los heridos sin prestarle mucha atención. –No pienso arriesgar mi jubilación por nada, además ¿Para que ensuciarme cuando te esperan en otro sitio?

¿Será cierto? ¿De veras lo mandó a violar y matar Marucha? ¿Qué planes tendrá para hacerlo confesar primero dónde esconde  a Samuel? El cansancio termina por vencerlo, siendo despertado, no sabe cuánto tiempo después. Es arrastrado por los pies fuera de la enfermería. Apenas si alcanza ver el enfermero tirado en el piso, lo llevan como a un saco a través de varios pasillos desiertos. Al tratar de incorporarse, un cachazo en la cabeza, lo aturde. Cuando logra reaccionar, siente el aire frío de la noche en la cara.

−Desde aqu,í cada quien por su lado. – anuncian los que aparentemente ha herido, enviándolos juntos a la enfermería. Pero no los reconoce como sus compañeros de celda, por el contrario, no los ha visto nunca antes. –Ta mosca catirito, eres el primero que se van a echa al pico.  –observa en la oscuridad, buscando hacía donde correr.

−Sí, hasta nos pagaron pa sacate. –husmea el aire, mirando en todas direcciones. –Te quieren afuera pa' jodete en persona. –echa a correr también.

De atraparlo por allí, le aplicaran la ley de fuga. –se interna sigiloso en los matorrales cercanos, huyendo a gatas.  – Si en realidad lo buscan, no se dejará atrapar con facilidad. Ahora es un prófugo de la justicia, debe mantenerse oculto. Incluso hasta lo inculparan de lo sucedido al enfermero. Necesita averiguar quién lo caza para desenmascararlo y limpiar su nombre.

MarianaWhere stories live. Discover now