Cerca de las tres de la tarde, llega Alejandro al barrio, donde trataran de atracarlo la última vez. Extrañado, estaciona frente al modulo policial, al lado de la camioneta de Mariana. Se supone que al encontrarse en el bufete recibiendo su herencia, él aprovecharía para pasear a Samuel y Magdalena.
–¡Hola papa! –corre emocionado al encuentro de quien ya considera su familia.
–¡Hola campeón! –abrazándolo con cariño, lo levanta en vilo –¿Listo para salir?
–Casi. –se guinda feliz al cuello, cruzando los dedos antes de acotar: –Pero primero tienes que pedir permiso a Maru. – guiña un ojo disimulado a Magdalena que lo observa desde el automóvil. Con la ayuda de Francisco y Jacky han planeado aquel encuentro durante días, no quieren que nada salga mal.
–¿No fue al despacho del licenciado? –mira su reloj pulsera, desconcertado.
–Se le presentó un problema a última hora. –inventa con premura. –Pero ya está por salir. –lo conduce hasta el galpón, halándolo con apuro. –Anda, a ti se te hace fácil convencerla.
–No lo creas. –se deja guiar por el chiquillo.
–Te esperamos en el carro. – lo obliga a entrar casi a empujones .
–No será mejor que...
-Tranquilo. –acostumbra interrumpirlo como Mariana. –Sé como es todo aquí. –asegura confiado. –Yo cuido y acompaño a Magda, mientras ustedes hablan.
–¡Buenas tardes!–toca ya dentro del lugar, para anunciarse. Se evidencia estar en remodelación.
–¿Qué haces tú aquí? –pregunta sorprendida, Maru. –¿No deberías estar recibiendo el fruto de tus esfuerzos y sacrificios? –indaga mordaz.
–Puedo preguntar lo mismo. –la mira de arriba abajo. Con un minúsculo short, franela atada a los senos y una gorra sujetando el cabello, no tiene apariencia alguna de estar a punto de salir.
–Pero yo lo hice primero. –apenas lleva tres días sin verlo. ¡Se le han hecho una eternidad! Sin embargo, brocha en mano, sigue en su labor.
–Te pedí seguir frecuentando a Samuel. –no puede quitar su vista de encima. Anda descalza, a las claras se nota que no lleva nada bajo la blusa.
–Una vez por semana, previa autorización de mi parte. –responde tajante, notando hacia donde se dirige su mirada.
–Justo a eso vine. –se acerca a pesar de su abierto rechazo. – ¿Es aquí donde vives ahora?
–Ya no te debo explicaciones. –continúa a la defensiva.
–Es bastante amplio. –sin hacer caso a su actitud, trata de apartar la vista de ella. –Será excelente para un taller de...
–Nada, –lo corta seca. Debe alejarlo rápido, si quiere conservar su orgullo indemne. –Puedes llevarte a Sammy. –accede con premura. –Dime dónde van, a qué hora regresas y te largas de una vez.
–Hoy es Lunes, –recuerda sus salidas misteriosas. –¿Puede quedarse en casa conmigo?
–¿Para que yo pueda aprovechar la noche con libertad? –pregunta sarcástica. –¡Qué hombre tan comprensivo!
–No. Para disfrutar un poco más de su compañía. –disimula su disgusto. –Me reconforta tenerlo cerca. Lo extraño.
–Ya no necesitas aparentar que te importa. –reprocha su manipuladora conducta. –Al fin conseguiste lo que querías. –quiere herirlo, hacerlo sentir tan mal como ella.
–No soy hipócrita –aclara molesto –Nunca he fingido con Samuel o contigo. –retrocede hacia la puerta, dispuesto a salir del galpón y de su vida para siempre. –¡Pasa un feliz cumpleaños! –intenta abrir sin resultado. – ¿Tiene algún truco la cerradura? –le intriga. –No la puedo abrir.
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Mariana
RomanceLa desesperación por la supervivencia en Caracas (Venezuela) con su pobreza crítica, marginalidad, violencia y falta de dinero llevan a Mariana al borde. "Hago lo que sea pa' que mi chamo no se acueste sin na en la barriga ". Sólo por su hijo es...