Todo se vuelve en su contra. No permiten a Francisco seguirlo acompañando, alegan no sabe qué excusa. Lo fichan como a un delincuente común, después de darle una paliza entre varios arguyendo violencia contra un agente e intento de fuga. –Así que además de secuestrador y callapero te la das de gallito de pelea. –lo acusa el custodio, mientras lo golpea con la peinilla. –¿Crees que por tener mucha plata puedes joder a media humanidad? –continúa azotándolo camino al calabozo. –Te voy a meter con lo peor en gente para bajarte los humos.
En la puerta de la celda le quita las esposas, después de darle una última patada para hacerlo entrar. –Ahí les dejo un regalito especial de Marucha, para que "le den la bienvenida" al que mandó a secuestrar a su hijo.
-¡Verga catirito! –se le acerca el más osado. –Acabas de firma tu sentencia de muerte.
−Soy inocente. –se pega contra las rejas, a la defensiva evadiendo el primer puñetazo, lanzado a la cara. Lo hecho siempre para relajarse, le sirve ahora para salvar su vida. Uno a uno los derriba aprovechando cualquier error de su parte. Después cansado ya, se quita el sobretodo, enrollándolo para usarlo como escudo. –No pienso dejarme matar, sin llevarme unos cuantos por delante primero. –se para desafiante, mirándolos sin miedo.
En la misma posición, lo encuentran al volver por él horas más tarde. Recostado de una esquina de la celda, lucha contra su propio cansancio para mantenerse alerta, tiene la boca partida y los músculos rígidos por tanta tensión. Sin haber podido siquiera orinar, es llevado de nuevo al salón de interrogatorios.
−Te traje ropa –disimula Francisco el efecto causado por su estado: Pómulos edematizados, labio partido, camisa hecha jirones. – entrega el paquete.
-¿Ropa? –es una horrible señal, significa que permanecerá allí. –¿Llamaste al licenciado Bizantino para que introduzca un "Habeas Corpus" y me saque de este infernal lugar? –no sabe cuánto pueda aguantar. –Me he peleado más en las últimas horas, que en toda mi vida. –declara indignado. – Los demás, actúan como si tuvieran algo personal en mi contra . Debo mantenerlos vigilados, pues a cada momento me atacan, tratan de golpearme o agarrarme descuidado.
−Ya le avisé –evita repetir lo dicho por el abogado –Pero las cosas están muy complicadas para ti.
−No entiendo. –no le gusta lo que revela su rostro. –se altera, apretando los puños. –Mi vida peligra allá dentro y tú... ¿Vienes a traerme ropa? –se levanta caminando de un lado a otro, desesperado. –¿Qué pasa?
−El licenciado debe preparar tu defensa. –oculta lo ocurrido para evitar preocuparlo más. –Entre tanto, mejor te cambias porque dentro de poco van a llevarte a interrogar. – no halla como animarlo. –Yo creo en ti. –suspira apesadumbrado. –Antes de tu compromiso con Elizabeth eras mujeriego, charlatán, buscapleitos pendenciero, pero estos últimos cinco años has sido todo lo contrario: Prácticamente te exiliaste en tu inescrutable ala oeste, sin embargo tu fama de loco tarambana, todavía te persigue. –entrega el diario matutino.
−"Otro escándalo para el incorregible heredero de los Murray" –lee en voz alta uno de los titulares donde aparece la foto de su captura. Impotente se cambia delante de Francisco quien detalla los múltiples moretones en el cuerpo.
−Gracias por tu voto de confianza. –sentándose otra vez, se cambia los zapatos de piel por unos deportivos. –En la computadora está mi itinerario en Nueva York , en el bolso los pasajes de avión con la hora de salida y arribo. –explica antes que vuelvan por él –No pude estar en dos lugares a la vez.
De nuevo en la celda, pelea para impedir ser desvestido por varios. Aún tiene inmovilizado a uno de ellos, ejerciendo presión sobre su hombro, cuando vuelven por él.
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Mariana
Lãng mạnLa desesperación por la supervivencia en Caracas (Venezuela) con su pobreza crítica, marginalidad, violencia y falta de dinero llevan a Mariana al borde. "Hago lo que sea pa' que mi chamo no se acueste sin na en la barriga ". Sólo por su hijo es...