Narra Harry
Estaba muy emocionado por ir al partido, y podía decir que Angus también. Para mi mala suerte, las calles estaban congestionadas, formando un tráfico que parecía jamás terminar. Luego de atravesar todo eso, por fin llegamos al estadio. Estacioné el coche entre un millón de otros, esperando que al regresar lo lograra encontrar.
Una canción era reproducida en la radio, que parecía gustarle mucho a mi hijito, pues aplaudía con ánimos al ritmo de ella. Yo sólo sonreía, pero sentí decepcionarlo al apagar la radio, ya que había que bajarnos del auto.
Desabroché el cinturón de seguridad de mi hijo, quien poseía una carita de bravo por haberle interrumpido su momento de felicidad. Lo cargué en mis brazos, y eché un vistazo al cielo, en el que habían nubes negras que no daban buenas señales. Por si acaso, tomé un paraguas que tenía en el coche, conmigo.
Tuve que caminar bastante para llegar a la entrada del estadio, pues los estacionamientos más cerca ya estaban todos ocupados de otros autos, y por llegar tarde a mí me tocó aparcar mi auto en los últimos estacionamientos, los cuales ya ni habían muchos.
Al fin llegué a la entrada, donde habían varios hombres que suponía que eran los de seguridad, cuidando las entradas y revisando a las personas. También pedían el boleto y vigilaban que todo estuviera en perfecto estado.
-Su boleto, -me habló seco el hombre. Luego fulminó a mi hijo- y el del niño.
Extraje dos boletos y éste comprobó que fueran reales. Los revisó y me dio señal de que pasara, para luego seguir con la persona que estaba detrás mío.
Obedecí y caminé más adelante. Gus y yo mirábamos el estadio con impresión, ya que era inmenso e indescriptible. Nuestros labios formaban una gran "o", y nuestros ojos estaban perdidos en la magnitud de aquel inefable estadio. El pasto del campo relucía un verde puro y pulcro, la estructura era férrea y refinada, los asientos estaban hechos por un cómodo material de color rojo que valía la pena estar sentado por horas... todo era muy bonito. Apostaba que a Gus le comenzaba a encantar este lugar como a mí. Yo sólo vine una vez con Louis, pero jamás lo aprecié de esta forma.
Muchas personas ocupaban el estadio; la mayoría en familia. Algunos compraban comidas, otros hacían sus apuestas y reían un poco. Yo estaba sentado solo con Gus.
Narra Niall
-Permiso, quítese, ¡DISCULPE!, ¡muévase! -decía mientras trataba de evadir la larga fila de personas que había para entrar al estadio.
-¡Hey, has la fila! -gritó un gordo. Rodé los ojos y continué colándome entre los demás, obviamente escuchando quejidos y reclamos de parte de ellas.
-Lo siento, disculpe, sí muévase, mi mejor amigo y mi bebé están allá. -seguí.
Finalmente, luego de nadar entre ese mar de gente y luego de sentirme mal por ellas, llegué a la entrada, donde me esperaba un grandulón.
-Tu entrada. -colocó su grande mano justo enfrente de mí. Sonreí sarcástico, pero sobretodo, nervioso.
-Ehh... ¡jaja! Buena pregunta, emm, bueno... -no sabía cómo comenzar. ¿Qué le diría a este tipo?
Él arqueó una ceja y movió su mano.
-Entrada aquí.
-Ahh... oh sí, mi entrada. -fingí buscar una, pero sabía que pronto le tendría que decir al grandulón que no poseía ninguna entrada.
-Sólo dame tu entrada -alzó la voz-. ¿Qué no entiendes de eso?
-Es que... no... bueno, yo no tengo entrada. -dejé al descubierto una hilera de dientes blancos que al parecer no pareció agradarle al grandulón.
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Stay - Larry Stylinson [M-PREG]
Fanfiction"Siempre había querido un hijo, producto de mi amado novio y mío. Estaba casi consciente de que era imposible y Louis me lo recalcaba a diario. Pero un día todo cambió: desaparecí por unos días y al volver de mi perdición, me encontraba con extraños...