CAPÍTULO 6

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Padre Santiago.

Una semana después.

Christopher.

Pongo en pausa el video del MacBook respirando hondo, me acomodo en la silla y empuño el rosario.

Repito lo aprendido.

"Sabiendo Jesús, que había llegado su hora de pasar de este mundo al Padre, habiendo amado a los suyos que estaban en el mundo, los amó hasta el extremo". Y "mientras estaban comiendo, tomó Jesús pan y lo bendijo, lo partió y, dándoselo a sus discípulos, dijo:.. ¿Qué dijo?"

Cierro la pantalla y arrojó el crucifijo al fondo del cajón. No tengo cabeza para esto, debería estar buscando a Antoni, no aprendiéndome los misterios gozosos del santo rosario.

«¡Maldito seas Gauna!»

Trato de poner de mi parte, pero es imposible retener tanta basura, tienen casi cien mil misas, rezos y leyes.
Me he instruido con los mejores, pero ninguno da solución.

Abro la ventana encendiendo un cigarro, esto no va a terminar bien, mi carácter no da para tanto. Por muy coronel que sea no me siento capaz de meterme en un grupo de religiosos a dármelas de santo.

¿Qué haré con mi insaciable apetito sexual? ¿O con mis ansias al alcohol y a la nicotina? Estoy seguro de que si alguien llega a confesarme alguna estupidez terminaré burlándomele  en la cara.

—Señor —Laurens se asoma en la puerta— El capitán Patrick y el padre Santiago están aquí.

Aplasto el cigarro en el cenicero devolviéndome a la silla. 

—Que sigan.

Se queda mirándome con la boca entreabierta, desde que la bese no deja de hacer lo mismo. Se enamoró, enloqueció o perdió la poca inteligencia que le quedaba.

—¿Quieres sentarte y hablar de tu autoestima? —inquiero con sarcasmo.
Niega.

—Entonces haz lo que te ordeno y deja de mirarme como retrasada —sale dando traspiés— ¡Me asustas!

—Buenos días —saluda Patrick seguido del sacerdote— Coronel, permítame presentarle al padre Santiago Lombardi.

Se acerca con la mano extendida y correspondo el saludo de mala gana «Este operativo me esta apretando los cojones» 

—Dios te triplicara la buena obra que estás haciendo —me dice— Serás el salvador de esos niños.

—No saque conclusiones precipitadas —Patrick lo toma del hombro para que se siente.

—¿Preparado? —pregunta ilusionado.
—Supongo.

—Parece difícil, pero no lo es, una vez conoces a Dios no quieres dejarlo —rebusca en su maletín— Hable con los agentes, es increíble ver como se prepararon en tan poco tiempo.

Por supuesto que se prepararon, soy al único que le ha quedado grande la tarea.

—Le hice un horario con el itinerario que planeo la madre superiora —me ofrece una libreta— Misas, reuniones, grupos de oración, tiempo con los desamparados, consejería y obras benéficas.

—No olvide el encuentro con los alcohólicos —añade Patrick— Ni las charlas sobre catequesis e instrucción sobre los pecados de la carne.

—Claro que no hijo —le sonríe— Todo está en la agenda, mi teléfono, dirección y email. Puedes llamarme a cualquier hora del día, tendré el móvil a la mano para instruirte en lo que necesites.

LUJURIA  - (Ya en librerías)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora