CAPÍTULO 16

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Rachel. 

Phoenix

Me cuesta entender lo que pasa «¿se acabó?» ¿Vuelvo a ser yo? Me niego a procesar lo que todo eso significa. 

Volver a ser Rachel es volver a ver a mi familia, a las amigas que tanto quiero, retomar el puesto que tanto me costó conseguir.

Pero también significa darle la cara al pasado, es volver a ver a Christopher y Bratt. Darle la cara a los Lewis... Pero también está mi mini Harry, el calor de los brazos de mi madre, mis adoradas hermanas y mi amado papá.

Volver es ser lo que siempre he sido y dejar de ser un cero a la izquierda.

Tendría que enfrentar lo que tanto me lastimó, porque Antoni no fue el único que dejó marcas.

—Soy de los que cobra los favores, Rachel —me dice Alex— Y así como tuviste la valentía de pedir un exilio, ten la valentía de asumir que se terminó. Te di la mano cuando más lo necesitaba y lo mínimo que espero es que me muestres el debido respeto y aceptes la orden sin titubear.

Paso saliva, ¿Como alego contra eso? Me mantuve en el anonimato por él.

—Ya yo hice mi trabajo, es tu turno de hacer el tuyo.

—Hay otras centrales....

—No perteneces a otras centrales —me interrumpe— Tu lugar es en Londres y métete en la cabeza que no vine a convencerte. Mis demandas son claras y esta de sobra volver a repetirlas.

Miro al techo en busca de ayuda, esta batalla está perdida. No es la orden de un cualquiera, es la orden del máximo jerarca. Tiene el poder de moverme a donde quiera.

—No tengo todo el día —se encamina al pasillo.

La guardia se pone alerta abriéndole paso al ascensor. 

—Señorita —un escolta me indica que lo siga.

Obedezco, de nada me sirve poner resistencia. Como lo dijo: La orden es más que clara.

—En un vuelo comercial tardaremos trece horas en llegar —Alex mira su reloj— Mi avioneta nos llevará en ocho.

Todavía no me lo creo. 

—Nos quedaremos un día, debo volver y escuchar la versión de asuntos internos. Wolfgang no me convence de un todo.

Fijo la vista en la pared de vidrio, el jardín se ve desde aquí.

Busco a Stefan, está al lado de la fuente acomodando los cubiertos en la mesa. Se me arma un nudo en la garganta. Pese a su cansancio está ahí, haciendo lo posible por darme una buena despedida.

—Necesito un par de minutos antes de partir...—solicito en voz baja.

—No —me corta— La avioneta nos espera.

—No tardaré...

—¡No!

Llegamos a la primera planta, la guardia se alza sobre nosotros. Es imposible que Stefan me vea desde aquí. Johana me entrega una bolsa de lona.

—Ropa de cambio —me avisa— Luego vendrás por lo que falte.

Se despide del ministro.

—Ya sabes lo que tienes que hacer —le ordena Alex.

—Si señor.

Me llevan a la pista de despegue, miro a todos lados con la esperanza de que Stefan haya notado algo y se le ocurra seguirme. No pasa, de seguro pensara que lo dejé plantado.

LUJURIA  - (Ya en librerías)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora