CAPÍTULO 13

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Antoni Vs Christopher. 

Una semana después. 

Antoni. 

Contemplo la noche londinense desde la azotea del edificio Abode of The King. 

Tuve una semana llena de búsquedas, pista y planes de ataque. Mi próxima cita define mi siguiente jugada, sabré si vale la pena jugarme el todo por el todo.

—Señor —saludan a mi espalda.

Apago el puro dándole la cara a mi escurridizo detective. Tienen veintinueve años y es uno de los mejores investigadores del mercado negro.

—Es un privilegio volverlo a ver —habla. 

—Espero no perder mi tiempo al venir aquí.

—Por supuesto que no señor.

Me entrega la carpeta que trae dentro del traje. 

—Su hermano no mintió —me dice— Rachel James está viva y fue exiliada el 12 de noviembre a las seis y cinco de la mañana, lleva dos años por fuera y no se ha dejado ver de nadie en ese lapso de tiempo. 

—¿La rastreaste?

—Si, pero no hay pistas que den con su paradero, hice uso de mis contactos sin hallar nada ya  que la FEMF es muy cuidadosa con la vida de sus exiliados.

Lo suponía, sabía que no sería fácil encontrarla ahora que no es ella. 

—Podría ubicarla, pero se requiere de tiempo y paciencia. Tendría que valerme de nuevos contactos buscándola de ciudad en ciudad y no es fácil hallar un rostro que no sabemos que como es ahora. Algunos exiliados son sometidos a cirugías estéticas que los transforman por completo.

—No tengo tiempo para eso.

—Creo saber quién puede darle el punto exacto —informa— En mi investigación me encontré con que la teniente James sostenía una relación amorosa con el coronel Morgan. El exilio está a cargo de su padre es lógico que el coronel sepa donde esta. 

«Como si no lo supiera, por él estoy aquí» Tenía dos ases bajo la manga, encontrarla con la ayuda mis aliados o sacarle la verdad a Christopher y de paso volarle la cabeza de un tiro.

Ya que no funciono el primero iré por el segundo.

—Entonces supongo que trajiste mi segundo encargo.

Se aparta de la baranda llamando a los hombres que trabajan para él. 

—Por supuesto señor.

Traen una mujer en el hombro que chilla y patalea con una bolsa de tela en la cabeza. Tiene las manos atadas en la espalda y los pies encadenados.

La tiran a mis pies colocándola de rodillas. 

—¡Suéltenme! —exclama.

Le quito la bolsa y retrocede presa del pánico arrastrándose en el piso. 

—Laila —la saludo— Gusto en conocerte.

Le tiembla la barbilla queriendo contener el llanto.

—La interceptamos esta tarde —explica el detective—Iba de camino a la central.

—¿Cómo estás preciosa? —doblo las rodillas quedando cara a cara con ella. 

—¡Vete! —masculla con dientes apretados— Evítate una muerte estúpida y huye antes de que el coronel te vuele la cabeza.

LUJURIA  - (Ya en librerías)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora