CAPÍTULO 17

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¿Rachel? 

Stefan.

—¡No olvides sacar la basura! —grita Leslie de la barra.

Arrojo la toalla de mala gana, hago lo mismo todos los días, no es necesario que me lo recuerde.

Mi rutina se resume en levantarme a las cuatro de la mañana, cambiarme, barrer el estacionamiento, pasear a los perros, hacer el desayuno y el papel del jardinero. 

Amarro las bolsas de basura arrastrándolas a afuera. No me gusta tomar este tipo de actitud, pero tengo cierto cabreo ya que cierta persona se largó sin despedirse. No era su obligación, pero pensé que al menos me diría "Me gusto conocerte ceniciento"

Bien, lo mejor no le gustó tanto como para que tuviera que decirme eso. A decir verdad, tengo una sensación de vacío. Lucas, Paul y Tatiana se fueron a Londres y eran las únicas personas con las que medio charlaba.

Mi situación tampoco ayuda, no cesan los problemas económicos. Servicios sociales exijo que arreglaros las fallas de la casa o de lo contrario, nos quitarían a los niños. Mirian hizo una cotización y oh, sorpresa. Los daños suman lo que me gano en cinco años.

Tatiana y Paul me prestaron una buena cantidad antes de marcharse con el compromiso de pagarles mes a mes. Estoy más endeudado que nunca.

—¡Stefan! —llaman en la barra— ¡Stefan!

Respiro hondo, sé quién es. Suelto las bolsas y salgo al comedor.

—Hola Jon —saludo sin ganas.

—Micaela se siente mal, tuvo náuseas y vómito en la habitación.

—Que mal, ¿la llevaste a la enfermería?

—Si, pero las enfermeras no limpiaran el desastre que hizo —me regaña— Así que busca balde y trapeador, no me soporto el olor a vómito.

—Ya terminé turno Jon —trato de ser amable— Estoy algo cansado y...

—Qué pesar —arruga las cejas— Pero no te estoy pidiendo el favor, te estoy dando una orden.

Aprieto los puños, estoy harto de limpiar el vómito de su esposa embarazada.

—¿O quieres una sanción por desacato?

Suprimo la ira tragándome el enojo. Es un sargento estoy dos puestos por debajo. No puedo desobedecer.

—Termino de sacar la basura y te veo arriba.

Se va y vuelvo a lo mío arrastrando las bolsas «Algún día» Llegará el día en que no tenga que soportar más esta mierda.

Se suelta la bolsa grande y los restos de comida se esparcen en el suelo.

«Genial doble trabajo»

—¡Stefan! —vuelve a gritar Jon.

—¡Un segundo! —grito.

—¡Tráeme algo de comer!

Arrojo la bolsa en el contenedor, más trabajo, más cansancio, más mierda.

La puta bolsa no entra, algún idiota olvido vaciar los contenedores y de seguro me toca hacerlo a mí. Trato de meterla a la fuerza, pero no logro nada.

La ira se me dispara y terminó pateando el bote.

—¡Vida de mierda! —grito histérico.

—¿Mal día, soldado? —dicen en la penumbra.

LUJURIA  - (Ya en librerías)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora