CAPITULO 87

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Karma parte 1.

Rachel. 

Decir que alguien es "Malo" es de mal agüero, ya que la vida se encargará de mostrarte algo mucho peor como los celos del hombre al cual debo apresurarme a bajarle el arma antes de que le dispare a Lucian Mascherano. Bratt se lleva al italiano al piso previniendo los reflejos del coronel y me veo en la obligación de encarar al sujeto con quien me casé.

—¡¿Qué haces?! —lo regaño y los ojos color acero se terminan de empañar con la mirada que acoge en el ring de la pelea— Es un niño, Christopher.

—¡Vámonos! —me suelto cuando me toma.

—¡No! —protesto quitando los restos de sangre que dejó el animal— ¿Qué te pasa? No tengo la culpa de que un cuervo se me pose en el hombro....

—Te gusta cuando te da a probar de su poder y vives demostrando que no te incomoda el que te proclame como suya...

—¡No soy de nadie! —le dejo claro en medio del caos que intenta auxiliar a Gema— Ni de él, ni tuya, ni de ninguno. Soy Rachel James Mitchels, no tu maldito monigote bonito el cual no aceptas que nadie le ponga un ojo encima.

Endurece la mandíbula desviando la mirada y siento la ira que suelta.

—Tenemos hijos en común y un matrimonio que forzaste para que el mundo sepa que Christopher Morgan siempre se sale con la suya —continúo—. Lo toleré, pero no te daré el derecho de invadir mi espacio a cada nada comportandote como una maldita bestia posesiva, ¡¿Qué ejemplo le vas a dar a los mellizos?!

—¿Ejemplo? —refuta— De mí no tendrán ningún ejemplo.

Se carga de ego antes de irse dándome la espalda y no lo sigo, solo me vuelvo hacia la tarima de donde baja Lucian escoltado por Bratt.

—¿Estás bien? —pregunta el capitán tranquilizandose cuando asiento— Parece que solo fue a Gema. Iré a supervisar su estado.

El capitán se va dejándome con el niño italiano y los animales alados se han posado en el monumento recién inaugurado. Los lamentos de preocupación por Gema no se hacen esperar mientras que a mí no me mueve nada, ni cuando los paramédicos se la llevan. En lo único que me puedo concentrar es en los cuervos del monumento.

—Sabemos entrenarlos —comenta Lucían un poco acongojado—. En todas las propiedades italianas siempre hay grandes bandadas de cuervos que se usan para atracar, espiar o enviar información.

Muevo la cabeza en señal de asentimiento, «El cuervo que estaba en mi casa me lo demostró». Así como ahora me demuestran que las amenazas de Antoni no son en vano y si, me alegra lo de Gema, sin embargo, esa no fue su única advertencia ya que no quiere a mis hijos vivos.

—Necesito encontrar a Damon —ruega el Italiano—. En manos de los halcones terminará siendo como mi papá.

—Una cosa a la vez —le pido—. Debo encontrar a la viceministra primero y cuando la halle nos enfocamos en Damon, ¿Vale?

— Y en Naomi —termina.

—Retírate —dispongo. Me preocupa Olimpia, la viceministra no solo influye en la campaña, también me dio su apoyo antes y después del exilio.

Busco el edificio administrativo evadiendo a los periodistas que buscan respuestas. Entro al baño de la sala de juntas a limpiar la sangre. Tengo plumas en las tetas las cuales saco mientras salgo hallando a Milla esperándome afuera.

—¿Sabes algo de la viceministra? —pregunta.

—Solo que Alex se está encargando, pero no se me ha informado de nada.

LUJURIA  - (Ya en librerías)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora