CAPÍTULO 85

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República de Maldivas​.

Cara contra cara.

Phillippe.

Que Rachel James esté embarazada es el detalle que le faltaba al atuendo de estólido. De por sí, ya me había puesto en burla al ponerme en evidencia y el que me haya dado pelea, sola y en gestación sólo la engrandece más.

Perdí a Damon. Improvisar no es propio de mí, sin embargo, es algo que estoy haciendo a las malas estando entre la espada y la pared con el mandato Morgan pisándome los talones. El HACOC se está agotando, las elecciones son el lunes y si Christopher gana hará trizas a los clanes que me siguen.

«A eso tengo que sumarle que matará a mi hermano»

Camino a la punta de la pequeña colina con Dalila a mi lado luciendo la jadeíta Mascherano. Los subalternos de la mafia se enderezan en un gesto de respeto y los sollozos de Laurens hunden una parte de mí cuando me mira con el rostro lleno de rímel.

Necesitaba una oportunidad para atacar y tuve que valerme de ella para conseguirla.

—Esa es la casa, al coronel le gusta viajar aquí —señala el condominio que se cierne bajo el cielo de Las Maldivas— No le haga daño a la teniente James, por favor.

Dalila tamborilea los dedos en mi hombro mientras finjo en que no me afecta ver a la mujer que quiero tan perjudicada y destruida.

—Si te equivocas, tu hija no vive —amenazo con firmeza— Con la mafia italiana no se juega.

Rompe a llorar y Dalila se le acerca empeorando mis miedos.

—Eres muy noble y dulce —se le ríe la italiana— Aunque tu súplica no sirva para nada.

La traigo de vuelta con un gesto cariñoso y ella se voltea a darme un apasionado beso. Somos la cabeza, reyes y líderes de la mafia mundial, hemos venido a darle de baja al enemigo y nadie se irá sin ello.

El momento se termina con las luces de las cuatro Lincoln Navigator que se estacionan a pocos pasos.

Abren las puertas y echo los hombros atrás cuando baja el Boss de la mafia rusa, su primogénito lo sigue con el mismo aire dominante que rige en el clan más sanguinario «La Bratva» encabezada por Ilenko y Vladimir Romanov.

—¿Dónde está el recipiente que alberga los fetos de esa maldita perra? —pregunta el ruso.

Dalila se mueve alardeando el collar.

—Lindo Ilenko...

—Cierra la boca Dalila — demanda centrándose en mí— Tenías un maldito plan el cual evitaría esto, ¿Y qué pasó? Están casados y con dos bastardos... ¿Dónde está tu maldita palabra?

—Mide como me hablas —advierto.

—Mide tú las consecuencias de todo esto —espeta— Ella con Antoni o Christopher es una amenaza. No lleva nada con el coronel y ya cayó su ex suegra, la perra que la traicionó para que recayera, Liz Molina, un jeque indio. Abaleo a mi hermana y seguirá acabando con todo lo que le estorba, porque si no te acuerdas tu hermano le estorbó en su momento y también lo mató...

—A Liz la mataste tú—me defiendo— Reclamas y le has servido de sicario..

—¡Sicario tu maldita madre! —me encara —Te juro Philippe que de verse en riesgo mi clan, arraso con el tuyo primero.

Se adelanta seguido de su hijo y Dalila se da la vuelta antes de exclamar:

—¡Quieres verte grande y te dejaste quitar a Damon! —le reclama .

LUJURIA  - (Ya en librerías)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora