Tipo de narrador; Tercera persona. A la madre, aquí hay que saber que piensa todo el mundo.
La hora cero.
La celda de Antoni Mascherano no era para nada incómoda, es como una prisión de lujo donde cuenta con buena comida, buenos habanos y un espacio cómodo. La vida es así, por muy criminal que seas si tienes dinero, tienes poder y el poder da privilegios que muy pocos pueden obtener.
Lujos pagados con un imperio forjado a base de HACOC y tráfico de personas.
Aunque a veces los lujos no compensan la falta de libertad y dicha carencia estaba causando problemas ahora con Rachel en cautiverio, Philippe siendo menospreciado y los Romanov jugando a ser independientes.
Antoni es cauteloso, más no paciente y él no puede perder el trono, porque si pierde el puesto, pierde todo. Mueve la ficha de ajedrez asimilando que todo se acabo, que otros no cedieron, el tampoco y como líder dio el primer paso.
Los alcances se extienden tal tentáculo de pulpo, capaz de colarse en cualquier lado. Si hay algo ofensivo para un mafioso es que se le burlen a la cara y era justo lo que estaba pasando con aquellos que no respetaban la escala de los clanes.
Con la ira emanando Antoni aplasta el puro en el cenicero tomando el mando del radio que le dio el cabecilla de su grupo. Han pasado 11 días, los términos se vencieron, los rusos no devolvieron lo robado y el reloj arrojó el último grano de arena.
—Señor —el aparato se inunda con la voz de Ali Mahala— El grupo está listo.
El líder respira hondo sintiéndose grande. Solo alguien como él es capaz de tener contacto directo con el caos con más de cien hombres rodeando su celda. Solo él es capaz de ganarle a los dos contrincantes más fuerte que ha tenido «Los Romanov y la FEMF» Tecnología indetectable la cual se esconde en un primitivo radio el cual le permite hablar con Ali las veces que quiera. Como ya se dijo el poder logra lo que sea.
No le costó nada matar a cuatro miembros de la familia Romanov, ni armar el caos en Londres para así aislar a la FEMF con el temor de enfrentarse a dos grupos tan sangrientos como los halcones y la mafia roja. Sencillamente la familia del líder se respeta y la de Antoni es intocable.
Ese círculo de cuatro. Él, su mujer y sus hijos. Allá Philippe queriendo seguir el legado de su padre, el trono es de Antoni y por ende hace lo que le place y si hay que manchar el puesto, pues se mancha, pero nadie escupe su apellido.
—Procede —le ordena Antoni a Ali— Hoy mismo la quiero afuera.
El líder siempre debe prepararse para la oleada de desespero que desencadena Rachel. Es que su otro reloj da vueltas a cada nada contando el tiempo que falta para tenerla, para abrir su piel y lamer su sangre, para prenderse de su sexo y vestir su cuerpo con camisones blancos que resalten su pura belleza. El quiere sentarla en sus piernas y peinar ese cabello azabache con el que tanto fantasea.
La besara, apretandolo contra él, la hará suya y la convertirá en todo lo que quiere reiniciando esa mentecilla diabólica que tanto quiere matarlo.
—Tienes vía para hacer lo que se te antoje, pero la necesito afuera a salvo y a mi disposición —demanda Antoni—. Sin golpes, maltratos, que no falte una hebra de su cabello ni que se derrame una gota de su sangre.
Para el líder es inaudito que se metan con su mujer empezando porque no es peón en el ajedrez de nadie. Ella es una reina y a la reina se le rinde pleitesía.
—Sácala e inmediatamente te la llevas a Italia —demanda convencido—, es allá donde debe esperar mi salida.
Basta de rodeos, de esperas y volteretas. Rachel es su dama, mano derecha y la mujer que esta predestinada para gobernar a su lado y aunque no esté afuera es el único capaz de sacarla ya que a Philippe le quedó grande ocuparse de la mujer de su hermano.
ESTÁS LEYENDO
LUJURIA - (Ya en librerías)
RomanceEl mundo ardió volviendo cenizas a una mujer hecha para pecar. Ahora la lascivia le ha dado paso a una latente lujuria dispuesta acabar con lo que queda. Rachel James resurge enfrentándose a dos bestias que están dispuestas a todo por ella. Las car...