CAPÍTULO 39

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Todo por la borda.

Christopher.

Bratt, Stefan, Antoni. Siempre hay un protagonista diferente y ahora resulta que esta el líder de la mafia es mejor que yo.

Un cerdo que no hace más que fabricar drogas de porquería que por poco la matan, ¿de qué me sorprendo? Si Rachel es una masoquista mojigata.

Esta es la puta mierda que me niego aceptar, andar como un imbécil detrás de una ciega, terca e inmadura que no para de dar vueltas alrededor de idiotas que no sirven para nada. Y lo que más me cabrea, es que mientras yo me muestro como soy ella se deslumbra y decide irse con espejismos que prometen ser buenos «Como quiere ser una mansa paloma»

La cabeza me duele y me maldigo por no haberme largado antes, ¿qué diablos estaba esperando? ¿Verla? Joder, estoy siendo patético actuando como no debería. La rabia me tiene temblando y me niego a reconocer que me está doliendo.

Me quedé para que me restregaran que perdí mi tiempo en nada y lo que parecía ser un sacrificio no es más que un teatro donde Rachel se hace la víctima.

Ahora todo tiene sentido.

¿Porque no tomó represalias cuando lo encarcelaron?

¿Porque no lo mato, así como mato a Brandon?

No lo hizo porque lo disfruto y sus lágrimas no son más que el reflejo de su hipocresía, quiere dar lastima para que Bratt y el pordiosero se compadezcan y le perdonen todos los errores.

Me siento estúpido, ¿por qué no lo vi venir? Debe ser porque me la paso pensando con la polla y he vuelto a dejar que me vea la cara de pendejo.

Respiro hondo, por suerte soy de los que no sabe perder y si pretende que se refugiara en los brazos de sus idiotas está muy equivocada, sé cómo acabar con cada uno y ahora voy por el primero.

«No me voy a quedar con la espina»

La central abre las puertas para recibirme, mis escoltas no traen buena cara y me jode que Patrick me esté esperando en el estacionamiento como si fuera mi mamá.

—Qué lindo —se cruza de brazos cuando bajo de la camioneta— Déjame decirte que el espectáculo te quedo genial.

No contesto, solo avanzo mientras me pego el teléfono en la oreja, necesito confirmar que hayan cumplido mi orden.

—¿Si sabes que tu novia está destrozada? —me regaña— Por suerte no sabe que Rachel fue la que contestó.

—No estoy para tus reclamos —le advierto encaminándome a mi oficina.

—¿A dónde vas?

Avanzo escalera arriba y lo dejo con la palabra en la boca, recibo la confirmación y me encierro en mi oficina preparando todo lo que necesito.

No me explico el por qué haber esperado tanto. Lleno el tambor de mi arma y saco una playera de la ropa que tenía preparada para llevar al centro.

Salgo y Patrick sigue esperándome recostado en el escritorio de Laurens.

—¿A dónde carajos vas? —vuelve a reclamarme.

—¡Lárgate a tu casa! —parece que no tuviera vida.

—¿Qué vas hacer con esa arma? —intenta quitármela.

—¡Por tu bien lárgate! —le advierto— ¡No quiero untarte de mierda!

LUJURIA  - (Ya en librerías)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora