CAPÍTULO 23

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Imitaciones baratas. 

Rachel.

Suelto la carpeta con la información de Alina, llevo toda la tarde estudiando el papel y ya me lo sé de memoria. .

Seré una devota, tengo veinticuatro años y he ido de centro en centro dedicándole mi vida al señor. Tengo que hacer de todo, limpiar pisos, preparar comida, servir a los padres y escabullirme en busca de información útil.

Las órdenes son claras "Cumplir o cumplir" Ya que este tipo de operativos engrandecen el perfil del coronel y es clave acabar con la red de prostitución infantil. Tampoco hay que dejar de lado que las cosas no son como antes, el atentado del juicio lo demostró y ahora todo el mundo esta en tela de juicio. 

Reviso el móvil con la esperanza de que Stefan me haya enviado algún mensaje, pero no hay nada. Recojo la mochila con las pertenencias de Alina, apago la lámpara del escritorio y...

—De nuevo en el juego —comenta en la puerta.

Alzo la vista y vuelvo a encender la lámpara, Angela entra con una sonrisa y con los brazos abiertos.

—Llevo toda la tarde intentando saludarte —no viene sola.

Meredith la sigue a pocos pasos, se queda contra la pared mirándome con una ceja levantada. Procuro ignorarla, no quiero más enfrentamientos por hoy, suficiente tuve con Christopher.

—Estas muy bonita —Angela me da una vuelta— Te sentó recorrer el mundo.

—Gracias —no dudo de sus palabras, siempre ha sido muy amable conmigo.

—¿Alguna visita al quirófano? —susurra en mi oído.

Niego.

—Una que otra cita con las agujas de un tatuador.

Meredith me mira con asco. 

—Hay alguien que quiere verte —avisa— ¿Puedes atenderlo o le dejamos para otro día?

No disimula el enojo hablandome como si no tuviéramos rangos diferentes. 

—Es el verdadero padre Santiago —explica Ángela— Quiere darte indicaciones que te ayudarán con el papel.

—Vale.

Meredith lo llama.

—Buenas noches —saluda.

—Padre —recibo su bendición.

—Espero no incomodarlas —nos mira a todas— No es mi intención interrumpir sus horas descanso.

—No, nos molesta —jalo una silla— Siéntese, por favor.

Es joven y simpático. Mide casi uno noventa, es de contextura gruesa, cabello negro y ojos claros. Entiendo porque le dieron el papel al coronel.

Me pone al tanto de la misión explicándome todo lo que le tocó vivir, me da pistas que pueden servir y me entrega una lista con los posibles sospechosos. Teme a que los niños estén en peligro, el lunes vuelven los obispos y cree que están involucrados en la red de prostitución.

Meredith habla de la madre superiora, ella está en el papel de madre sustituta y fue quien me recomendó en el centro religioso. 

El padre propone una oración de protección y nadie se niega a la petición.

—Tienes que ser muy precavida —advierte cuando se levanta— La iglesia está habitada por hombres peligrosos, personas que se olvidaron de Dios y le sirven al diablo. 

LUJURIA  - (Ya en librerías)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora